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Bautizar a los hijos, grave compromiso de padres y padrinos

Padres y Padrinos asumen una gran responsabilidad delante de Dios el día del Bautismo de sus hijos y ahijados. ¿Cumplen ambos los roles asumidos libremente aquel día? Ambos tienen la gran tarea de educar a los niños en la fe.
Bautizar a los hijos, grave compromiso de padres y padrinos

La causa mayor de nuestro desatinado modo de vida, sin dudas, es la ausencia o desinterés hacia lo trascendente, es decir, vivir como si Dios no existiera, aunque cognoscitivamente, sabemos que Él existe. San Pablo llama a este modus vivendi… «misterio de la iniquidad» (2 Tes 2, 7).

¿Cómo será la gente en los últimos tiempos? «Ten presente que en los últimos días sobrevendrán momentos difíciles; los hombres serán egoístas, avaros, fanfarrones, soberbios, difamadores, rebeldes a los padres, ingratos, irreligiosos, desnaturalizados, implacables, calumniadores, disolutos, despiadados, enemigos del bien, traidores, temerarios, infatuados, más amantes de los placeres que de Dios, que tendrán la apariencia de piedad, pero desmentirán su eficacia. Guárdate también de ellos» nos dice San Pablo en 2 Tim 3, 1-5.

Pero el cristiano está llamado a vivir según su condición de bautizado, su condición de hijo de Dios. El Derecho Canónico 204 dice al respecto: «Son fieles cristianos quienes incorporados a Cristo por el bautismo, se integran al pueblo de Dios, participando por esta función sacerdotal, profética y real de Cristo, cada uno según su propia condición y, llamados a desempeñar la misión que Dios encomendó a cumplir en la Iglesia y en el mundo».

El Bautismo añade a nuestra vida natural una nueva dimensión, la sobrenatural (Rom 6: 1-11). Es por ello que en todo bautizado hay realmente dos vidas: una vida natural y otra sobrenatural. Desde el momento en el que somos bautizados, ambas vidas formarán parte del cristiano; y éste deberá proveer la formación, alimentación y cuidado de ambas.

El Catecismo afirma que el Bautismo es necesario para la salvación eterna, pues el mismo Jesucristo así lo afirmó: «En verdad te digo, quien no renace del agua y del Espíritu no puede tener vida eterna» (Jn 3:5). Por eso ordenó a sus discípulos a anunciar el Evangelio a todas las naciones y a bautizarlos a todos (Mt 28: 19-20).

El Bautismo es el sacramento por el cual el hombre nace a la vida espiritual, por medio de la purificación con agua y la invocación a la Santísima Trinidad. Este Sacramento ocupa el primer lugar entre todos los sacramentos porque al borrar el pecado original, se nos abren las puertas de la fe, la posibilidad a los demás sacramentos y nos hace miembros de la Iglesia.

En el bautismo se reciben estos compromisos: el profético, para vivir reglas de verdad contra el relativismo; el sacerdotal, que guía al culto a Dios, y el real, que nos da el autodominio (reinar sobre el propio yo). Luego, todo bautizado tiene un gran compromiso con su familia, primero, luego en el ambiente que le toca vivir.

¿Cumplimos estos roles asumidos libremente, los padres y padrinos? De modo sencillo decimos que la función de sacerdote es nexo, unión o puente entre Ñandejara (Dios) y la familia. ¿Somos puente entre Dios y nuestra Iglesia doméstica, ñande tupao’i (Nuestra pequeña Iglesia)?  

Recordemos

a) Para padres y padrinos, Sacerdote significa: vivir lo que se predica. La palabra del incoherente nada vale. Un papá que enseña con ejemplo lo que vive, educa mejor al ser modelo de conducta para los hijos. Padres mentirosos, haraganes, deshonestos, engendran hijos «problemas».

b) Para padres y padrinos, Profeta significa: Anunciar la Buena Nueva y denunciar las Injusticias. Luego, es necesario, al menos, conocer lo básico sobre la Biblia y Doctrina Católica. De lo contrario, no se puede anunciar. Además de anunciar, denunciar lo que está mal; en la calle, en la plaza, en las instituciones públicas, como hizo Juan Bautista. Callar es complicidad.

c) Para padres y padrinos, Rey significa: Tener señorío, soberanía, autodominio, sobre el modo de pensar, decir y hacer. Pensar con honestidad, decir correctamente, hacer con integridad. El hijo tiene que ver, (no solo escuchar) en padres y padrinos, conducta esclarecida por sus virtudes.

¿Cómo hacerlo…? Con una iglesia doméstica de valores: paternidad, oración y acción. Pero si miramos nuestra sociedad veremos que la familia sufre como metástasis, violencia, drogadicción, alcoholismo, prostitución a edades cada vez más tempranas, lo que produce «hijos huérfanos».

El sociólogo Sergio Sinay, señala algunos tipos de Orfandad:

1- Orfandad Ética: Los hijos no tienen referencias éticas. Los padres no transmiten valores, (porque no tienen o porque los ignoran).

2- Orfandad Afectiva: Los hijos carecen de afectos. Esta orfandad muchas veces es sustituida por «cosas-regalos materiales».

3- Orfandad Comunicativa: En casa no hay diálogo. Se vive juntos, pero no «unidos».

4- Orfandad Normativa: No hay reglas ni límites para nada. Todo es permitido en nombre de la democracia, libertad y dignidad.

5- Orfandad Espiritual: El Dios Uno y Trino, es aplastado por el «dios de las 4 P’s»: plata, poder, placer y prestigio.

¿Qué idea de Dios tienen hoy muchísimas familias que se declaran cristianas? Debemos disciplinar proactivamente a los hijos. Disciplinar no es castigar. Es discipular, guiar, enseñar, moldear. Pero ha de evitarse dos extremos: el Permisivismo y el Autoritarismo.

El hombre superior ama su alma. El inferior, sus cosas. Muchas familias fueron y siguen siendo rotas, víctimas de la mala administración en el hogar.

«Un católico que no practica su fe asistiendo regularmente a Misa o que tenga un matrimonio inválido se descalifica para ser padrino»

Los Padrinos

De acuerdo al Código de Derecho Canónico: «En la medida de lo posible, a quien va a recibir el bautismo se le ha de dar un padrino, cuya función es asistir en su iniciación cristiana al adulto que se bautiza, y, juntamente con los padres, presentar al niño que va a recibir el bautismo y procurar que después lleve una vida cristiana congruente con el bautismo y cumpla fielmente las obligaciones inherentes al mismo» (N° 872). Esta declaración claramente refleja las raíces históricas del rol del Padrino.

«Un católico que no practica su fe asistiendo regularmente a Misa o que tenga un matrimonio inválido se descalifica de ser padrino» manifiesta el Padre William Saunders, quien además expresa que, «si una persona es católica pero se opone a la fe; por ejemplo, tiene la actitud clásica de “soy católico, pero…” tampoco sería un buen ejemplo y testigo de la fe para el futuro hijo de Dios».

El sacerdote finaliza diciendo: «Si una persona no lucha para cumplir sus propias obligaciones del Bautismo y la Confirmación, no cumplirá las responsabilidades de ayudar a otro a hacer eso. En todo, los padrinos ofrecen un rol especial en la vida de la persona bautizada. Entonces cada padre debe elegir un padrino no solo porque exista un vínculo de sangre; sino que un padrino debe ser un testigo valioso y confiable de la fe y que ayudará al ahijado a alcanzar la salvación».

El Catecismo de la Iglesia Católica dice textualmente que «para que la gracia bautismal pueda desarrollarse, es importante la ayuda de los padres. Ese es también el papel del padrino o de la madrina, que deben ser creyentes sólidos, capaces y prestos a ayudar al nuevo bautizado, niño o adulto, en su camino de la vida cristiana. Su tarea es una verdadera función eclesial». Por tanto, quienes se comprometen en primer lugar a transmitir la fe al nuevo miembro de la Iglesia son los padres, pero el padrino es quien los acompaña y apoya en esta tarea.

El padrino o madrina comparten responsablemente con los papás todos los compromisos y exigencias que del Bautismo surgen (ver CDC 774.2). Especialmente son invitados a preocuparse, junto con los padres por la educación cristiana de su ahijado. Pueden verse obligados, en ciertos casos, a reemplazar a los papás en esta tarea. Ocupan, pues, un lugar importante en el espíritu y ambiente familiar. Su presencia testimonia el lugar que ha de ocupar en la celebración del sacramento del Bautismo, por encima de los papás, y la comunidad cristiana de la que el nuevo bautizado entra oficialmente a formar parte y que va más allá de la propia familia.

«Los padrinos deben ser creyentes sólidos, capaces y prestos a ayudar al nuevo bautizado en su camino de la vida cristiana. Su tarea es una verdadera función eclesial» (CIC 1255).

Los padres necesitan encontrar buenos católicos para que sean los padrinos de sus hijos. Tristemente, esta tarea puede ser muy difícil en el mundo de hoy. 

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