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El P. Castellani explica la Inmaculada Concepción de María

Dios Padre impidió que María, hija de Joaquín y Ana, destinada a ser Madre de Su Hijo, contrajera el pecado hereditario ni un solo instante: el Demonio no debía tener parte en ella; sin mácula desde el mismo principio de su existencia.

Homilía del P. Leonardo Castellani para comprender el dogma de la Inmaculada Concepción de María.

R.P. Leonardo Castellani

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Inmaculada Concepción significa, como saben, que María Santísima, Madre de Jesús, fue exenta del Pecado Original; como decimos en el Bendito, la oración más criolla que existe, «Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar, y la Virgen María concebida sin mancha de Pecado Original».

No es necesario yo explique aquí que la Inmaculada Concepción de María no es la virginidad de María; la cual se refiere a la Concepción de Cristo, no a la Concepción de María; pero hoy día, merced a la ignorancia religiosa, hay muchos que confunden esos dos milagros y misterios. Que los confunda Víctor Hugo, que fue un ignorante en religión -y en otras muchas cosas- no es de extrañar; pero es asombroso que los confundan los españoles Unamuno, Ganivet y Ortega y Gasset: olvidaron el Catecismo que sus madres les enseñaron o nunca lo aprendieron.

El Naturalismo, que es la herejía de hoy, simplemente niega el Pecado Original, y por ende todos los dogmas que de ése penden

Víctor Hugo a los 70 años escribió dos poemas feroces -y necios- contra la Inmaculada Concepción y otros dos contra el Papa y los curas en general en un libro nadamenos dedicado a sus nietos: «El Arte de Ser Abuelo». Hasta los 40 años más o menos cantó a la Religión Católica y a la Monarquía; eran los tiempos de la Restauración Monárquica, Luis XVIII y Carlos X; 30 años más tarde era furiosamente antirreligioso, o mejor dicho herético; ha sido el cantor más grande del Naturalismo religioso o Pelagianismo o Rusoísmo.

El Naturalismo, que es la herejía de hoy, simplemente niega el Pecado Original, y por ende todos los dogmas que de ése penden: la Encarnación, la Redención y la Parusía; o bien los falsifica poniendo debajo desas palabras otro sentido. El Pecado Original es el dogma central de la Religión Cristiana; y el que parece más absurdo. En efecto, un pecado hereditario parece contradictorio; lo que es pecado tiene que ser voluntario, y lo heredado al nacer no es voluntario.[1]

Las dos opiniones extremas son la de Pelagio y la de Lutero. Pelagio simplemente suprimió el Pecado Original; Lutero lo exageró al máximo. Entre esos dos extremos heréticos se mueven todas las otras opiniones.

Pelagio, monje inglés [2], año 400, en un Comentario a San Pablo, cuyo original se encontró en 1906, negó prácticamente que el Pecado de Adán hubiese afectado la natura humana de Adán y menos la de su progenie; negó la necesidad de la gracia para salvarse, solamente sirve para salvarse más fácil. Su doctrina se propagó como incendio en cañaveral y en Roma la defendió Celestio. San Agustín y San Jerónimo entre otros la refutaron y el Concilio de Cartago (año 418) la condenó. En Francia continuó refinado con el nombre de Semipelagianismo: el hombre no necesita de la gracia para el acto de fe y para sus primeros actos de virtud, los cuales le merecen la gracia; y la gracia no se diferencia esencialmente de la natura, no es sobrenatural sino natural. En el siglo XVIII esa noción de que la natura humana es en sí misma buena, pura e incluso divina fue reiterada por Rousseau, padre del Naturalismo actual.

Lutero [3], al contrario, en su libro «De Servo Arbitrio» (opuesto al «De Libero Arbitrio» de San Agustín) estimó que el Pecado Original había arruinado y corrompido a fondo la natura humana: de él deriva la asquerosa Teología o Filosofía de Freud. ¿Cómo nos salvamos? Por los méritos de Cristo, que nos son únicamente imputados, no participados; como algo externo, como un manto de púrpura encima de un cuerpo leproso -comparación del mismo Lutero-. El Padre Celestial ve solamente el vestido, es un poco miope el pobre, como el Patriarca Isaac cuando bendijo a Jakob en vez de Esaú.[4] La subconciencia del hombre, que es el fondo esencial del hombre, es «ilógica, amoral, libidinosa, ciega y bestial», dice el freudiano Jones. Esta doctrina está en el fondo del actual pesimismo, como el de Camús y un Sartre, por ejemplo. [5]

Porque fueron despojados de lo gratuito, por eso quedaron heridos en lo natural

La Iglesia lo único que dice, repitiendo a San Agustín, es que el hombre por el pecado quedó «spoliatus gratuitis, vulneratus naturalibus», despojado de lo gratuito y herido en lo natural. Lo gratuito eran los dones de Dios en el Paraíso Terrenal; la elevación del alma al orden sobrenatural (“conversaban con Dios en el viento de la tardecita” [6], la integridad y equilibrio de las facultades humanas (“estaban desnudos y no se avergonzaban ” [7] y la inmortalidad personal (“el Árbol de la Vida [8] : Si coméis del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, moriréis de muerte.“[9][10] Fueron despojados de esos dones gratuitos de Dios por su desobediencia: ninguna injusticia en esto -al contrario.

Porque fueron despojados de lo gratuito, por eso quedaron heridos en lo natural, enseña Billot. Es decir, fueron creados para vivir en condiciones especiales ventajosas, dotados de la gracia sobrenatural; y al ser sacados de esas condiciones, la misma natura se resintió, quedó debilitada o desarmada ante el Enemigo. Si los padres dan la natura al hijo, como la dan, no se la pueden dar sino como la tienen: nadie da lo que no tiene; que padres debilitados engendren hijos debilitados, eso no es ningún absurdo para nosotros que lo vemos todos los días. Una madre leprosa no da a luz hijos leprosos, sino propensos a la lepra; así nosotros heredamos no propiamente pecado sino más bien una pecaminosidad. Padres sifilíticos no engendran hijos sifilíticos, a no ser se contagien al nacer; pero dan a luz hijos tarados, labio leporinos, paladar perforado, idiotas o mogólicos, propensos a la neurastenia y el cáncer. [11]

Hagamos una comparación o parábola para explicar a Billot: un Príncipe heredero nacido en un palacio y destinado a reinar es educado como para reinar, colmado de privilegios gratuitos. El Rey fue destronado y el Príncipe de Asturias arrojado al abandono y la pobreza; y tiene que trabajar de obrero para sustentarse: da un mal obrero porque no estaba criado para eso; en sí misma su natura, cuerpo y alma, no ha sufrido; pero ha cambiado de clima. Sus compañeros los otros obreros comienzan a verlo raro, les parece enfermo o medio loco; y en cierto modo lo es. Así el filósofo Aristóteles estudiando en su Zoología al ser humano lo encuentra un animal enfermo y medio loco; y su maestro Platón decía que ese singular desorden y desmesura del hombre se debía a una culpa cometida en otra vida. Los hebreos decían lisa y llanamente que el hombre nacía en pecado [12] , y Jesucristo confirmó esa idea al decir a Nicodemus que para salvarse había que nacer de nuevo [13], al mandar a sus Apóstoles a bautizar [14], y al decirles en la última Cena: «Sin Mí no podéis nada».[15]

Dios Padre impidió que María… contrajera el pecado hereditario ni un solo instante

Dios Padre impidió que María, hija de Joaquín y Ana, destinada a ser Madre de Su Hijo, contrajera el pecado hereditario ni un solo instante: el Demonio no debía tener parte en ella; sin mácula desde el mismo principio de su existencia.

Víctor Hugo dice que el Papa Pío IX al definir a María Sin Mancha, manchó y echó ludibrio sobre todas las otras mujeres: «Para alabar a una, ultraja a todas» Al contrario, alabó y levantó a todo el sexo femenino levantando a una mujer, la Nueva Eva, a un estado celestial; a cuyo estado hemos de alcanzarla trabajosamente sus hijos, comenzando por el Bautismo y acabando por la Extremaunción.

«Mutans Evae nomen»: cambió el nombre de Eva en Ave: «Ave María, la Superagracíada, contigo el Señor», decimos en el Evangelio de hoy con el Ángel.[16]

 

Notas

1. La herejía naturalista cree superar esta aparente contradicción considerando la solidaridad entre los hombres, que nacen en una sociedad dominada por el egoísmo; esta situación afecta a cada uno desde el comienzo de su vida y lo empuja a cometer pecados personales. Una vez más encontramos el principio rusoísta: “el hombre es bueno, mas la sociedad lo corrompe.” Sin embargo, la doctrina del Pecado Original nos enseña que el hombre no es bueno, ni tampoco está maleado por completo: el hombre es
redimible y Cristo es el único capaz de redimírlo.

2. Probablemente Pelagio era irlandés.

3. Lutero era inepto para la vida religiosa pues su constitución psíquica era anormal. Tal es el juicio, entre muchos otros, de Hartmann Grisar. Roland Dalbiez ha rastreado “la psicogénesis del proceso de descatolización desarrollado en el alma de Lutero” y sostiene que fue un enfermo que se convirtió en hereje para sobrevivir. Padecía una “angustia morbosa de culpabilidad originada por su constitución, por la educación recibida primero en su familia y luego en la escuela, y su sufrimiento de escrupulos o fue llevado al paroxismo por la doctrina teológica de la culpabilidad de la tentación natural que Pedro Lombardo había hecho aceptar a los más grandes doctores escolásticos” (“L’Angoisse de Luth.er”, Téqui, París, 1974, p. 11-12). En la introducción de la obra de Dalbiez, el Doctor Lamache escribe: “Si se me solicitara un peritaje psíquico, respondería sin la menor duda, que era absolutamente irresponsable en el campo religioso” (p. 9). El monje agustino “escapó de la muerte haciendo de su propia justificación el objeto de su fe. Su destino se resume en tres palabras: ‘hereje para sobrevivir’. Su doctrina tan original de la fe, absolutamente nueva con respecto a toda la tradición teológica, se impuso a su espíritu en virtud de un mecanismo incoercible de defensa vital, de un automatismo teleológico anti-suicida. En un proceso de tal género, no se puede plantear la cuestión de la libertad ni de la responsabilidad” (p. 12).

4. Génesis 27, 1-29.

5. Este pesimismo, que en apariencia nace de la humildad, oculta un núcleo de orgullo: si Dios es impotente para regenerar al hombre, entonces la salvación corre por cuenta del hombre, quien pasa a ser el verdadero Dios. Hegel advirtió claramente la razón por la cual la Modernidad aceptó transitar el camino abierto por Lutero: la Reforma significa la más grande revolución, pues ella hace manifiesto que el elemento religioso debe tener su sede en el espíritu humano, y que aquí debe cumplirse todo el proceso del orden de la salvación. Esta es algo que atañe al hombre, quien no tiene necesidad de la mediación de una Iglesia visible, de sacerdotes ni sacramentos, para entrar en relación con Dios. Dios y el hombre tienen la misma naturaleza, y entonces el hombre puede obrar por sí mismo la salvación: llega a conocer el fondo divino de la conciencia y con sus solas fuerzas construye su Reino en este mundo. Al proyectar su mente enferma sobre el Misterio de Dios, Lutero elaboró un Cristianismo “auténtico”, en el que el hombre se diviniza por la afirmación de sí mismo, mediante las obras y sin la fe: los países donde triunfó el Protestantismo dieron un tipo de hombre activo, creador de una civilización secularizada; y la Teología protestante, después de haber negado la Iglesia, rechazó la Biblia, la Divinidad de Cristo y la existencia de Dios.

6. “Por la perfección de la gracia, el hombre en el estado de inocencia tenía el poder de conocer a Dios por una inspiración interna que resultaba de la irradiación de la Divina Sabiduría. Y por este modo conocía a Dios no a partir de las creaturas visibles, sino por cierta semejanza espiritual impresa en su mente” (Santo Tomás, “De Veritate”, q. 18, arl. 2, c.).

7. Génesis 2, 25.

8. Ibíd.,V 9.

9. Ibíd.,V 17.

10. Entre los dones que comprendía el estado de inocencia debemos contar la ciencia eminente de las cosas de la naturaleza y el dominio de ellas.

11. “¿Cómo se comprende la transmisión del pecado de Adán a nosotros si el pecado afecta el alma y las almas salen nuevas de las manos del Creador, el cual por cierto no se entretendrá en inficionarlas por gusto? Este misterio agotó la ingeniosidad de San Agustín y no es fácil defenderlo aún ahora” “Digamos que el alma es talmente forma del cuerpo y está tan destinada a él y determinada por él, que contrae hasta sus indisposiciones naturales, conforme al aforismo bien aristotélico que dice: ‘Quitad su joroba a un jorobado, y le quitáis su alma jorobada.’ ” “El germen vivo recibe, con la natura de sus padres, la actual debilidad y decaimiento de dicha natura, en lo cual se manifiesta el pecado original (que no es pecado actual en nosotros), como el hijo de un tuberculoso contrae la diátesistísica.” “Ese decaimiento de la natura humana de su integridad prístina se manifiesta en el acto de la generación, en el desorden y tumulto bestial de la concupiscencia, que es uno de sus efectos y el más característico, conforme a aquello: ‘Y apenas hubieron pecado { … } conocieron que estaban desnudos y se ruborizaron’ (Génesis 3).” “Esto se entiende mejor poniéndose delante el gran principio de la continuidad de la acción creadora de Dios con la acción conservadora y propagadora de las causas segundas, por la cual la acción de Dios penetra hasta el último peso atómico de las acciones del Universo, y a su vez la actividad de las causas segundas limita y determina la acción creadora, en virtud de las disposiciones particulares y de las capacidades y también de las incapacidades de la materia y de la privación.” “En el Universo no hay hiatos. El hombre más el sol engendra al hombre, decía el Filósofo. En realidad, Castellani, El hombre más el sol, engendra al hombre, Pero es Dios por el hombre y por la luz Quien suscita llamando por su nombre A este extraño animal parado en cruz.” nota a Sumtl Teológica, I, Q. 118, Club de Lectores, Bs. As., 1988, T. IV).

12. Psalmo 50, 7; Juan 9, 34.

13. Juan 3, 3.

14. Mateo 28, 19.

15. Juan 15, 5.

16. AVE MARÍA

Salud, plenagraciada,
Dios es contigo, omnigraciosa. Eres
la bendita entre todas las mujeres
por la fruta en tu vientre bienhadada.

Tu intacta flor la fruta más sagrada
la sombra del Espíritu, si quieres,
hará; y el Rey ungido de los seres
se hará criatura en ti, fuente sellada.

Madre de Dios, Santa María, a tu Hijo
ruega por mí y los otros pecadores
ahora. Y en la hora de la muerte

ven a matarme tú, flor de las flores,
cqnforme al testamento que Él te dijo:
“Ese es tu hijo”, estando en trance fuerte,
cuando sudó en la cruz mis trasudares …
Tú ven. Mis ojos cerraránse al verte.

(Castellani, “El Libro de las Oraciones”)


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