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Celebración de la triple corona del Rey

Aun resuenan los villancicos y la ternura de la Nochebuena y Navidad, y apenas amanece el 26 de diciembre la Iglesia se tiñe del rojo de los mártires para recordar al Primer Mártir de la Iglesia, el diácono Esteban y con esta conmemoración se abre la celebración de la llamada Triple Corona del Rey.
La triple corona del Rey

P. Wilber Mendoza,
Monje de San José

La «Celebración de la triple corona del Rey», así se conoce a las tres fiestas que se celebran inmediatamente después de la Natividad del Señor y que recogen y muestran el mayor tributo y adoración que la humanidad hace a su Dios y Señor manifestado en carne mortal.

No se trata igualmente de la celebración cronológica como sucede generalmente con la memoria de los santos, donde la Iglesia celebra su memoria en el dies natalies, es decir el día de su martirio o muerte, sino de algo más. En estas tres memorias están representadas todas las generaciones: niños, jóvenes y ancianos que a lo largo de la historia han entregado y siguen entregando su vida al Señor, inclusive hasta el martirio.

26 de Diciembre, San Esteban, es el primer mártir de la Iglesia, representa a las generaciones de jóvenes, hombres y mujeres que por la fe en Jesús resucitado ofrendan su vida al Rey. Se le llama «protomartir» porque tuvo el honor de ser el primer mártir que derramó su sangre por proclamar su fe en Jesucristo. 

Dice Benedicto XVI: San Esteban nos habla sobre todo de Cristo, de Cristo crucificado y resucitado como centro de la historia y de nuestra vida. Podemos comprender que la Cruz ocupa siempre un lugar central en la vida de la Iglesia y también en nuestra vida personal. En la historia de la Iglesia no faltará nunca la pasión, la persecución. Y precisamente la persecución se convierte, según la famosa fase de Tertuliano, fuente de misión para los nuevos cristianos. Cito sus palabras: «Nosotros nos multiplicamos cada vez que somos segados por vosotros: la sangre de los cristianos es una semilla» («Apologetico» 50,13: «Plures efficimur quoties metimur a vobis: semen est sanguis christianorum»). Pero también en nuestra vida la cruz, que no faltará nunca, se convierte en bendición. Y aceptando la cruz, sabiendo que se convierte y es bendición, aprendemos la alegría del cristiano, incluso en momentos de dificultad. El valor del testimonio es insustituible, pues el Evangelio lleva hacia él y de él se alimenta la Iglesia. San Esteban nos enseña a aprender estas lecciones, nos enseña a amar la Cruz, pues es el camino por el que Cristo se hace siempre presente de nuevo entre nosotros.

Esteban concluyó su discurso así: «En realidad, el Altísimo no vive en casas fabricadas por manos de hombres, como dice el Profeta: “El cielo es mi trono y la tierra el apoyo de mis pies. ¿Qué casa me podrían edificar?, dice el Señor. ¿Cuál sería el lugar de mi descanso? ¿No fui yo quien hizo todas estas cosas?”.

Mientras le apedreaban, Esteban hacía esta invocación: «Señor Jesús, recibe mi espíritu.»

Ustedes son un pueblo de cabeza dura, y la circuncisión no les abrió el corazón ni los oídos. Ustedes siempre se resisten al Espíritu Santo, al igual que sus padres. ¿Hubo algún profeta que sus padres no hayan perseguido? Ellos mataron a los que anunciaban la venida del Justo, y ustedes ahora lo han entregado y asesinado; ustedes, que recibieron la Ley por medio de ángeles, pero que no la han cumplido» (Hechos 7, 48-53).

Mientras le apedreaban, Esteban hacía esta invocación: «Señor Jesús, recibe mi espíritu». Después dobló las rodillas y dijo con fuerte voz: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado». Y diciendo esto, se durmió» (Hechos 7, 59-60).

27 de Diciembre, San Juan Evangelista, el discípulo amado, de quien la tradición afirma que murió en una avanzada edad, siendo el más joven entre los doce, es considerado el último en acudir al llamado del Señor. Representa a los ancianos.

Se dice que San Juan era el más joven de los doce Apóstoles y que sobrevivió a todos los demás. Es el único de los Apóstoles que no murió martirizado.

Juan fue el elegido para acompañar a Pedro a la ciudad a fin de preparar la cena de la última Pascua y, en el curso de aquella última cena, Juan reclinó su cabeza sobre el pecho de Jesús. Es creencia general la de que era Juan aquel «otro discípulo» que entró con Jesús ante el tribunal de Caifás, mientras Pedro se quedaba afuera. Juan fue el único de los Apóstoles que estuvo al pie de la cruz con la Virgen María y las otras piadosas mujeres y fue él quien recibió el sublime encargo de tomar bajo su cuidado a la Madre del Redentor. «Mujer, he ahí a tu hijo», murmuró Jesús a su Madre desde la cruz. «He ahí a tu madre», le dijo a Juan. Y desde aquel momento, el discípulo la tomó como suya. El Señor nos llamó a todos hermanos y nos encomendó el amoroso cuidado de Su propia Madre, pero entre todos los hijos adoptivos de la Virgen María, San Juan fue el primero. Tan sólo a él le fue dado el privilegio de llevar físicamente a María a su propia casa como una verdadera madre y honrarla, servirla y cuidarla en persona. 

28 de Diciembre, Los Santos Inocentes, mártires. El Evangelio de Mateo lo narra, como un hecho que acompañó inmediatamente al nacimiento del Niño Jesús, perseguido a muerte por el rey Herodes. Representa a los niños y niñas que desde la primera hora de la Iglesia han dado testimonio hasta con su sangre por Cristo.

El Día de los Santos Inocentes conmemora un episodio del cristianismo: la matanza ordenada por el rey Herodes, a todos aquellos niños que fueran menores de dos años nacidos en Belén (Judea), tras el nacimiento de Jesús de Nazaret. Como Herodes no sabía en qué lugar se encontraba Jesús ordenó asesinar a todos los niños pequeños para de este modo poder asegurarse que acababa con la vida de aquel que estaba destinado a ser rey de reyes.

Otro aspecto del tiempo de Navidad: la Octava de Navidad.

¿Por qué se celebra la Octava de Navidad?

Ocho días de celebración que van desde la Natividad de Nuestro Señor hasta la solemnidad de María Madre de Dios, pasando por la celebración de San Esteban, Apóstol San Juan, los Santos Inocentes, la Sagrada Familia, entre otros.

Nos encontramos en la Octava de Navidad, ocho días de celebración que van desde la Natividad de Nuestro Señor hasta la solemnidad de María Madre de Dios, que tiene lugar el 1º de enero. Pero ¿Por qué se celebra?

Celebrar la Octava tiene sus raíces en el Antiguo Testamento con una costumbre judía de vivir las festividades religiosas más importantes durante ocho días. La raíz de esta tradición se halla en las Sagradas Escrituras, en el libro del Génesis 17, 10, que refiere al pacto de Abraham y su descendencia, con el signo de la circuncisión: «Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros (…) Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones (…)».

Desde entonces la Octava, es decir, los ocho días, es tradición del Pueblo de Dios. Jesús, como judío, también fue circuncidado a los ocho días de haber nacido: «Cuando se cumplieron los ocho días y fueron a circuncidarlo, lo llamaron Jesús, nombre que el ángel le había puesto antes de que fuera concebido» (Lucas 2, 21).

Celebrar la Octava se mantiene en la tradición cristiana para dos fiestas especiales: la Navidad y la Pascua de Resurrección.

La Octava de Navidad comienza desde la Misa de Gallo del 24 de diciembre, en la noche de Navidad. A partir de este día, y por los siguientes ocho, tiene lugar la Octava de Navidad. En ella conmemora la presencia de Dios hecho hombre, hecho uno con la humanidad.

Después de la celebración de la Natividad, durante la Octava, tienen lugar varias celebraciones:

La primera ocurre el 26 de diciembre con la fiesta de San Esteban, protomártir. Dio su vida por anunciar a Cristo. Con él se recuerdan a los mártires de todos los tiempos que han entregado su vida por amor a Jesús.

El 27 de diciembre se recuerda al Apóstol San Juan, el llamado «discípulo amado». Es el único apóstol que habiendo amado a Jesús no murió martirizado. Es autor de uno de los Evangelios y de tres cartas apostólicas.

Otra de las solemnidades que se rememoran durante la Octava de Navidad es la de los Santos Inocentes el 28 de diciembre, conmemorando los niños que mató Herodes. Durante este día se recuerda de modo especial a los bebés que han sido abortados.

Dentro de la Octava también está la fiesta de la Sagrada Familia, que tiene lugar el segundo domingo de Navidad. Este día se recuerda a la Sagrada Familia de Nazaret y se propone como modelo para todas las familias.

La Octava de Navidad termina el 1º de enero con la Solemnidad de María Madre de Dios. La fiesta mariana más antigua que se conoce en Occidente. Con esta celebración se inicia un nuevo año bajo la protección de Nuestra Señora como Madre de Dios, y Madre de los hijos de Dios.

Pero el tiempo de Navidad no termina el 1º de enero, ya que se extiende hasta la fiesta del Bautismo del Señor que ocurre el domingo posterior a la fiesta de la Epifanía de Señor, que es otra de las fiestas principales de la Navidad. La Epifanía, que es la manifestación del Señor a los Reyes Magos, se conmemora el 6 de enero (O el domingo siguiente, en los países que la fiesta es trasladada).

Tomado Gaudium Press.

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2 comentarios en “Celebración de la triple corona del Rey”

  1. Muy interesante todo, gracias por darme la oportunidad de leer estos artículos tán bueno de la historia de nuestra cristiandad, yo tengo 85 años y desde los 7años que tomé la comunión, lo sigo a Dios en todo lo que es fue y será mí vida, Jesús sabe que estoy aquí en esta vida para servir a su voluntad y le doy gracias a Dios por todo lo que pasó en mí vida porque es su voluntad. gracias

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