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Cinco minutos de fe contra el coronavirus

Recuperemos esa sana costumbre de rezar unidos en las crisis. Tengamos fe en que Dios nos puede librar de todo mal, si es su voluntad y si conviene para nuestra salvación. Pidamos por la intercesión de San Roque  el fin de esta pandemia que azota el mundo entero.

Recuperemos esa sana costumbre de rezar unidos en las crisis. Tengamos fe en que Dios nos puede librar de todo mal, si es su voluntad y si conviene para nuestra salvación. Pidamos por la intercesión de San Roque  el fin de esta pandemia que azota el mundo entero.


Un excelente artículo del blog “Espada de Doble filo” de Bruno M. quien nos presenta una novena de 5 minutos dedicada a San Roque, patrono de los contagiados por las epidemias y los enfermeros.

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Un amable lector me ha enviado una novena a San Roque, patrono de los contagiados por epidemias, para pedir su intercesión y protección en relación con el coronavirus. Por el lenguaje, parece haber sido adaptada de una novena antigua y creo que es buena y provechosa, así que la estamos rezando en familia y la traigo al blog por si algún lector quisiera rezarla también.

Como debe ser, la novena es breve y sustanciosa: apenas cinco minutos al día, pero llena de fe y confianza en Dios. Al comienzo se incluye una pequeña reflexión sobre la importancia de rezar en tiempos de calamidades públicas y sobre la historia de San Roque, que no forma parte de la novena pero es bueno leer.

Dios bendiga y proteja especialmente a los lectores de este blog y, si es su voluntad que alguno de nosotros muera, bendita sea esa voluntad. Que Dios nos purifique de nuestros pecados y nos lleve a contemplar su Rostro, a gozar de la compañía de nuestra Señora, de San Roque y de todos los santos y a rezar por los demás lectores. ¿Hay algo mejor que podamos desear?

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Las epidemias y la fe

Las epidemias han formado parte de la historia de la humanidad desde sus inicios. Entre las peores, la peste que sufrió Europa entre 1347 y 1351 y que mató a más de la mitad de la población. Pero hubo muchas otras, muchísimas otras.

En esos tiempos, la sociedad tenía muchos defectos, nadie lo niega, pero también tenía muchas virtudes, muchas de las cuales están adormecidas en nuestra época. Por ejemplo, los vínculos familiares, que eran mucho más estrechos y a prueba de plagas. Cuando se habla de familia no es la unidad familiar básica compuesta por padres e hijos, sino la familia en sentido amplio, que abarca a primos, tíos, tíos abuelos, primos segundos, etc.). Teniendo en cuenta que lo normal era tener varios hermanos, eso significa que, en tiempos de crisis, cada persona tenía una gran familia compuesta por más de cien personas que se querían y apoyaban. Además, debido al reducido tamaño de las ciudades y pueblos, sumado a la dificultad de viajar, la solidaridad entre vecinos era muchísimo mayor. No esperaban a que los gobiernos resolvieran sus necesidades, actuaban conjunta y solidariamente cuando era necesario.

¿Cómo actuaban contra las plagas de peste antiguamente? Sabían que no había remedio alguno y trataban de aislar a los enfermos. A pesar de todas nuestras técnicas modernas, somos igual de impotentes que ellos. Sabemos que no hay cura alguna para el coronavirus y tratamos de aislar a los enfermos, sin esperanzas de erradicar la enfermedad, solo tratando de retrasar su propagación.

Además, en esa época tenían algo que ya casi no tenemos, tenían fe. Fe en el creador del cielo y de la tierra, que tiene contados hasta el número de nuestros cabellos. Ellos sabían que Dios lo puede todo. Como consecuencia de esta fe, una de las principales cosas, sino la principal, que hacían los antiguos españoles, y los europeos y los americanos, era rezar. Para las plagas, se pedía la intercesión de San Roque, un gran santo francés del siglo XIII que donó sus grandes riquezas cuando tenía veinte años, y se dedicó a cuidar de los enfermos de peste.

Recuperemos esa sana costumbre de rezar unidos en las crisis. Tengamos fe en que Dios nos puede librar de todo mal, si es su voluntad y si conviene para nuestra salvación, y recemos una novena pidiendo la intercesión de San Roque. ¿O acaso estamos encerrados en casa y no tenemos ni cinco minutos al día para dedicarlos a Dios?

A continuación, se presenta una breve biografía de dos páginas sobre la admirable San Roque, y las oraciones de cada día.

Breve vida de San Roque

San Roque, hijo de un noble de Montpellier, Francia, nació en el año 1295. Nació el santo señalado con una mancha roja, un hemangioma, en forma de cruz sobre el estómago. Su madre le dio una educación muy esmerada, poniendo todo su cuidado en inspirarle desde la cuna la piedad cristiana. Roque desde muy niño mostró grandes inclinaciones hacia la virtud, asistido de una gracia particular de Dios. Su índole era apacible y sus costumbres eran todas buenas, propias de un buen cristiano. A la edad de veinte años murieron sus padres y se vio dueño de una riquísima herencia, pero aun reconociendo que los bienes recibidos no eran malos, queriendo él ser perfecto según el consejo del Señor, decidió venderlo todo y donarlo. La mayor parte del patrimonio la dio a los más pobres, y el resto a su tío, el juez de Montpellier. Roque quería hacerse digno discípulo de Jesús, nuestro Santo Maestro, y poder seguirle sin estorbo.

Con estos santos pensamientos, distribuyó entre los pobres de su ciudad los bienes, salió ocultamente de su ciudad y se encaminó a Roma en traje de peregrino. Sin dinero alguno, caminó día a día hacia Roma mendigando lo necesario para comer.

Cuando llegó a Acquapendente, en la región de la Toscana, supo que la peste hacia allí grandes estragos. Como Roque ardía en caridad, se fue corriendo al hospital, y se ofreció al administrador, llamado Vicente, para asistir a los apestados. A pesar de ser una actividad tan difícil, y tan contraria a las inclinaciones de la naturaleza, la bendición que Dios echó sobre sus piadosos intentos le animó tanto que determinó consagrarse enteramente a la asistencia a los enfermos de peste.

Habiendo cesado la peste en Acquapendente, se fue a Cesena en la Romaña italiana, por haber sabido, que allí la peste estaba entonces en pleno vigor: cesó también aquí el mal, y pasó a Rimini en la misma provincia sobre las playas del mar Adriático. Allí, y en todas partes parecía que la peste huía de su presencia, lo que se empezó a mirar como efecto de la protección particular que Dios tenía sobre él.

Volvió a tener los deseos que había tenido cuando salió de su patria de ir a Roma cuando supo que esta capital estaba ocupada del contagio. Fue a Roma y cerca de tres años dedicó a los ejercicios de caridad con los enfermos. De allí volvió otra vez a recorrer aquellas partes de Italia, en donde había estado antes, continuando en el servicio a los enfermos, y especialmente a aquellos que estaban con mayor peligro y abandonados, porque todos sus deseos se encaminaban a poder hacer a Dios un sacrificio de su vida con esta especie de martirio. Pero ya fuese por robusta naturaleza, o porque Dios, como con escudo, le protegía con su gracia, Roque se mantuvo mucho tiempo sin enfermedad alguna en medio de tantos apestados.

Después de haber pasado algunos años en diversas ciudades de Lombardía, pasó a Plasencia, también en Italia, en donde supo reinaba una peste popular. Se dirigió al hospital, y empezó á asistir y consolar a los enfermos con su caridad acostumbrada. Dios, para probar y purificar aún más su virtud permitió, que después de haber sufrido tantas fatigas por los apestados, fuese él uno de ellos, y el que había sido socorro de muchos, necesitase de la asistencia de otros. Cierta noche, fatigado del trabajo, se rindió a un profundo sueño y al despertar se sintió acometido de una recia fiebre, además de un fuerte dolor en el muslo izquierdo. San Roque consideró su enfermedad como un verdadero favor que Dios le hacía, y le dio las gracias con sincero reconocimiento y mucha satisfacción. La enfermedad, a pesar del reto que suponía para su paciencia, no pudo perturbar la tranquilidad de su alma. No obstante, como los dolores eran excesivos, y su cuerpo era de carne y de huesos, los dolores le obligaban a gemir vivamente. Roque se temía que ello fuera molesto a los demás enfermos del hospital; y con súplicas, y ruegos se hizo sacar fuera de él. Las gentes no llevaban con paciencia el verle así expuesto a la intemperie, y a pesar suyo le volvieron a meter en una cama dentro del hospital. Pasado el tiempo, viendo que nada adelantaban en su cura, ni en sus deseos, se creyeron obligados a echarle de la ciudad, para que su contagio no infestase la calle en donde estaba.

San Roque, apoyándose sobre un palo, se arrastró como pudo hasta la entrada de un bosque, en donde se refugió en una pequeña gruta. Dios, que cuidaba de su siervo, y no quería destruirle, sino santificarle, inspiró a cierto perro, propiedad de un hombre llamado Gotardo que vivía cerca de allí, para que suministrara a Roque con el alimento necesario para su subsistencia. Durante tres días consecutivos el perro arrebató de la mesa un pan, y marchó con él en la boca. Al principio el dueño Gotardo creyó que se debía al hambre del animal; pero sospechando por verlo repetir tantas veces, le siguió los pasos, y vio que el perro se metió en el bosque y se lo presentó con alegría a San Roque. Después de haber probado bastantemente Dios el amor y la fidelidad de su siervo, le devolvió la plena salud, contra todas las esperanzas humanas. Gotardo, movido con el ejemplo de su virtud, y paciencia, quiso renunciar sus empleos, y todas las esperanzas humanas que podía esperar del mundo, para servir a Dios en el retiro. Con este motivo pidió al glorioso San Roque su ayuda, para valerse de sus consejos en tan santa resolución. Después que San Roque le fortificó en sus intenciones, y le dio los medios de mantenerla, Roque tomó el camino de Francia con su vestido de peregrino; y como los trabajos, y austeridades le tenían notablemente desfigurado, se encaminó a su patria, sin temor de ser conocido.

Cuando llegó a su ciudad natal en Occitania, se fue a hospedar a un lugar que había pertenecido a su padre, y que él mismo había cedido a su tío cuando dejó el país. En esa época, estaba la región llena de hostilidades entre las diversas familias de nobles, y, por causa de las guerras, todos sospechaban entre sí. Viéndole a él de semblante tan extraño por las secuelas de la peste, le llevaron como espía al juez de Montpellier, que por casualidad era su mismo tío. EI juez le hizo encerrar en una cárcel sin reconocerle, y el santo aIabó a Dios porque le buscaba tales medios de asegurar su salvación en el desprecio y el sufrimiento. Los hombres hicieron tan poco aprecio de él, que pasó cinco años enteros en este triste encierro, sin que nadie tratase de investigar su causa ni buscar su libertad. Él tampoco por su parte quiso manifestar de modo alguno quien era ni dar algunas pruebas de su inocencia, contentándose con tener que sufrir, y conformarse con su divino maestro Jesús. Al fin, abandonado de los hombres, entregó su alma al Creador con una muerte correspondiente a la santidad de su vida, a la que se dice acompañaron varios prodigios y milagros. Cuando le desvistieron para enterrarle, descubriéronle la cruz roja de nacimiento y reconociéronle todos como Roque, el sobrino del juez de Montpellier. Murió el 16 de agosto del año 1342 con 47 años. Su cuerpo fue enterrado con grande honor a expensas de su tío en la Iglesia de Montpellier y Dios hizo tan glorioso su sepulcro con los milagros que los pueblos empezaron a venerarle como santo. Pronto después de su muerte se extendió, como un relámpago, la devoción al Santo por toda Europa. No se puede dudar, que Dios ha querido hacer gloriosa su memoria, y manifestar, que alguna vez es la voz de Dios la del Pueblo, pues sin haber esperado a las formas ordinarias de la canonización, hizo que niños, y ancianos, doctos e indoctos en todas partes le proclamasen santo.

San Roque es patrono de los contagiados por las epidemias, los enfermeros, los falsamente acusados, inválidos, cirujanos y de cientos de municipios de todo el mundo. Cientos de iglesias llevan su nombre.

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Día primero

Oración inicial

Glorioso San Roque, que mereciste por tu heroica caridad en la asistencia a los pobres que padecían del mal de peste alcanzar de Dios su alivio y exterminarla de los hospitales en que los asististe, pide al Señor nos dé gracia para que nos veamos libres de la plaga del coronavirus. También te rogamos que protejas a aquellos que hacen lo posible por protegernos durante la epidemia: profesionales de salud, trabajadores del sector de alimentación y todos los hombres y mujeres de buena voluntad que cumplen con su deber.

Te rogamos, con más fervor aun, que nos ayudes a aprovechar este tiempo de confinamiento para librarnos de la plaga de pecados que habita en nuestros corazones, y merezcamos gozar de Dios en su compañía eternamente en la gloria. Amén

Oración propia del primer día

Consideremos en este día los ejemplos que nos dio San Roque de amor de Dios, cuando solo por Él y sin esperar recompensa alguna de los hombres expuso su vida sirviendo a los pobres y apestados; y pidámosle nos alcance del Señor la gracia de que amemos a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas, cumpliendo así nuestra obligación y obedeciendo a precepto tan feliz. Amén.

Tres oraciones

Padrenuestro
Avemaría
Gloria

(Ahora aprovecha para pedir a Dios, por la intercesión de San Roque, la gracia especial que desees obtener en esta novena)

Oración final

Señor mío Jesucristo, Dios Omnipotente, y verdadero hombre, Hijo de la Virgen María, dulce Jesús, por tu infinita bondad y misericordia, ten piedad de mí. Por aquella preciosa sangre, que tan liberalmente te dignaste derramar en la cruz por nuestras culpas y pecados, te suplico limpies mi alma de toda mancha y mires con ojos de piedad a este indigno pecador, que implora tu misericordia e invoca tu Santísimo nombre de Jesús, que da fuerza y vigor espiritual. No permitas, Señor, que siendo hecho a tu imagen y semejanza, me condene; no me arrastre a la eterna pena mi malicia. Por tu misericordia espero tu gracia, y por los ruegos y merecimientos de mi patrón y abogado vuestro siervo San Roque, dadme gracia para perseverar en vuestro santo servicio y temor hasta la muerte. Amén.

Día segundo

Oración inicial

Glorioso San Roque, que mereciste por tu heroica caridad en la asistencia a los pobres que padecían del mal de peste alcanzar de Dios su alivio y exterminarla de los hospitales en que los asististe, pide al Señor nos dé gracia para que nos veamos libres de la plaga del coronavirus. También te rogamos que protejas a aquellos que hacen lo posible por protegernos durante la epidemia: profesionales de salud, trabajadores del sector de alimentación y todos los hombres y mujeres de buena voluntad que cumplen con su deber.

Te rogamos, con más fervor aun, que nos ayudes a aprovechar este tiempo de confinamiento para librarnos de la plaga de pecados que habita en nuestros corazones, y merezcamos gozar de Dios en su compañía eternamente en la gloria. Amén

Oración propia del segundo día

Meditemos en este día en San Roque como ejemplar de humildad, humildad que demostró bien cuando con traje y hábito humilde y despreciado, peregrinó por el mundo padeciendo infinitos trabajos e infortunios en su persona y glorificando por todas partes el santo nombre del Señor. Y supliquémosle nos alcance del mismo la preciosa joya de la humildad para que, conociendo nuestra nada y la inmensa grandeza y bondad de Dios, levantemos sobre sólido y profundo cimiento el edificio de las virtudes necesarias para nuestra salvación.

Amén.

Tres oraciones

Padrenuestro
Avemaría
Gloria

(Ahora aprovecha para pedir a Dios, por la intercesión de San Roque, la gracia especial que desees obtener en esta novena).

Oración final

Señor mío Jesucristo, Dios Omnipotente, y verdadero hombre, Hijo de la Virgen María, dulce Jesús, por tu infinita bondad y misericordia, ten piedad de mí. Por aquella preciosa sangre, que tan liberalmente te dignaste derramar en la cruz por nuestras culpas y pecados, te suplico limpies mi alma de toda mancha y mires con ojos de piedad a este indigno pecador, que implora tu misericordia e invoca tu Santísimo nombre de Jesús, que da fuerza y vigor espiritual. No permitas, Señor, que siendo hecho a tu imagen y semejanza, me condene; no me arrastre a la eterna pena mi malicia. Por tu misericordia espero tu gracia, y por los ruegos y merecimientos de mi patrón y abogado vuestro siervo San Roque, dadme gracia para perseverar en vuestro santo servicio y temor hasta la muerte. Amén.

Día tercero

Oración inicial

Glorioso San Roque, que mereciste por tu heroica caridad en la asistencia a los pobres que padecían del mal de peste alcanzar de Dios su alivio y exterminarla de los hospitales en que los asististe, pide al Señor nos dé gracia para que nos veamos libres de la plaga del coronavirus. También te rogamos que protejas a aquellos que hacen lo posible por protegernos durante la epidemia: profesionales de salud, trabajadores del sector de alimentación y todos los hombres y mujeres de buena voluntad que cumplen con su deber.

Te rogamos, con más fervor aun, que nos ayudes a aprovechar este tiempo de confinamiento para librarnos de la plaga de pecados que habita en nuestros corazones, y merezcamos gozar de Dios en su compañía eternamente en la gloria. Amén

Oración propia del tercer día

Meditemos en este día las esclarecidas muestras de mortificación que nos dio San Roque, cuando siendo de edad de doce años tan solamente comenzó a servir a los más necesitados y ejercer la virtud de la templanza con ayunos. Y meditemos en cómo continuó sus mortificaciones por toda su vida y principalmente en el fin de ella, cuando sufrió por el amor del Señor una cárcel de cinco años en su mismo país no obstante de ser inocente de los crímenes que le imputaban. Roguemos al Santo que pida para nosotros al Señor tan preciosa y necesaria virtud a fin de que haciendo penitencia de nuestros pecados y mortificando nuestros desordenados apetitos le sirvamos; con pureza y rectitud. Amen.

Tres oraciones

Padrenuestro
Avemaría
Gloria

(Ahora aprovecha para pedir a Dios, por la intercesión de San Roque, la gracia especial que desees obtener en esta novena)

Oración final

Señor mío Jesucristo, Dios Omnipotente, y verdadero hombre, Hijo de la Virgen María, dulce Jesús, por tu infinita bondad y misericordia, ten piedad de mí. Por aquella preciosa sangre, que tan liberalmente te dignaste derramar en la cruz por nuestras culpas y pecados, te suplico limpies mi alma de toda mancha y mires con ojos de piedad a este indigno pecador, que implora tu misericordia e invoca tu Santísimo nombre de Jesús, que da fuerza y vigor espiritual. No permitas, Señor, que siendo hecho a tu imagen y semejanza, me condene; no me arrastre a la eterna pena mi malicia. Por tu misericordia espero tu gracia, y por los ruegos y merecimientos de mi patrón y abogado vuestro siervo San Roque, dadme gracia para perseverar en vuestro santo servicio y temor hasta la muerte. Amén.

Día cuarto

Oración inicial

Glorioso San Roque, que mereciste por tu heroica caridad en la asistencia a los pobres que padecían del mal de peste alcanzar de Dios su alivio y exterminarla de los hospitales en que los asististe, pide al Señor nos dé gracia para que nos veamos libres de la plaga del coronavirus. También te rogamos que protejas a aquellos que hacen lo posible por protegernos durante la epidemia: profesionales de salud, trabajadores del sector de alimentación y todos los hombres y mujeres de buena voluntad que cumplen con su deber.

Te rogamos, con más fervor aun, que nos ayudes a aprovechar este tiempo de confinamiento para librarnos de la plaga de pecados que habita en nuestros corazones, y merezcamos gozar de Dios en su compañía eternamente en la gloria. Amén

Oración propia del cuarto día

Representémonos hoy a San Roque como ejemplo de paciencia soportando sin quejarse las molestias y fatigas de sus viajes que por amor de Dios emprendió, así como los trabajos que sufría asistiendo a los apestados y principalmente los que padeció con gran constancia y alegría en los últimos cinco años de su vida sin descubrir quién era ni abogar para que le sacasen de la penosa cárcel en que le encerraron. Pidámosle nos consiga del Señor la paciencia necesaria en los trabajos de esta vida considerando la justicia de Dios en castigar aquí nuestros pecados, y bendiciendo la mano que nos hiere para nuestro mayor bien. Amen

Tres oraciones

Padrenuestro
Avemaría
Gloria

(Ahora aprovecha para pedir a Dios, por la intercesión de San Roque, la gracia especial que desees obtener en esta novena)

Oración final

Señor mío Jesucristo, Dios Omnipotente, y verdadero hombre, Hijo de la Virgen María, dulce Jesús, por tu infinita bondad y misericordia, ten piedad de mí. Por aquella preciosa sangre, que tan liberalmente te dignaste derramar en la cruz por nuestras culpas y pecados, te suplico limpies mi alma de toda mancha y mires con ojos de piedad a este indigno pecador, que implora tu misericordia e invoca tu Santísimo nombre de Jesús, que da fuerza y vigor espiritual. No permitas, Señor, que siendo hecho a tu imagen y semejanza, me condene; no me arrastre a la eterna pena mi malicia. Por tu misericordia espero tu gracia, y por los ruegos y merecimientos de mi patrón y abogado vuestro siervo San Roque, dadme gracia para perseverar en vuestro santo servicio y temor hasta la muerte. Amén.

Día quinto

Oración inicial

Glorioso San Roque, que mereciste por tu heroica caridad en la asistencia a los pobres que padecían del mal de peste alcanzar de Dios su alivio y exterminarla de los hospitales en que los asististe, pide al Señor nos dé gracia para que nos veamos libres de la plaga del coronavirus. También te rogamos que protejas a aquellos que hacen lo posible por protegernos durante la epidemia: profesionales de salud, trabajadores del sector de alimentación y todos los hombres y mujeres de buena voluntad que cumplen con su deber.

Te rogamos, con más fervor aun, que nos ayudes a aprovechar este tiempo de confinamiento para librarnos de la plaga de pecados que habita en nuestros corazones, y merezcamos gozar de Dios en su compañía eternamente en la gloria. Amén

Oración propia del quinto día

Veamos en este día las admirables pruebas que San Roque dio a su prójimo y a nosotros con su ejemplo, del amor que por Dios le profesaba, dedicándose al servicio y asistencia de los apestados en Italia con tanto celo y amor que alcanzó del Señor que los que fueron heridos de pestilencia e imploraren el favor de Roque fuesen librados y alcanzasen perfecta salud. Pidamos al Señor nos alcance por la intercesión de San Roque que amemos al prójimo como a nosotros mismos cumpliendo así nuestro deber, y manifestándonos como buenos hermanos e hijos de nuestro Padre celestial. Amén.

Tres oraciones

Padrenuestro
Avemaría
Gloria

(Ahora aprovecha para pedir a Dios, por la intercesión de San Roque, la gracia especial que desees obtener en esta novena)

Oración final

Señor mío Jesucristo, Dios Omnipotente, y verdadero hombre, Hijo de la Virgen María, dulce Jesús, por tu infinita bondad y misericordia, ten piedad de mí. Por aquella preciosa sangre, que tan liberalmente te dignaste derramar en la cruz por nuestras culpas y pecados, te suplico limpies mi alma de toda mancha y mires con ojos de piedad a este indigno pecador, que implora tu misericordia e invoca tu Santísimo nombre de Jesús, que da fuerza y vigor espiritual. No permitas, Señor, que siendo hecho a tu imagen y semejanza, me condene; no me arrastre a la eterna pena mi malicia. Por tu misericordia espero tu gracia, y por los ruegos y merecimientos de mi patrón y abogado vuestro siervo San Roque, dadme gracia para perseverar en vuestro santo servicio y temor hasta la muerte. Amén.

Día sexto

Oración inicial

Glorioso San Roque, que mereciste por tu heroica caridad en la asistencia a los pobres que padecían del mal de peste alcanzar de Dios su alivio y exterminarla de los hospitales en que los asististe, pide al Señor nos dé gracia para que nos veamos libres de la plaga del coronavirus. También te rogamos que protejas a aquellos que hacen lo posible por protegernos durante la epidemia: profesionales de salud, trabajadores del sector de alimentación y todos los hombres y mujeres de buena voluntad que cumplen con su deber.

Te rogamos, con más fervor aun, que nos ayudes a aprovechar este tiempo de confinamiento para librarnos de la plaga de pecados que habita en nuestros corazones, y merezcamos gozar de Dios en su compañía eternamente en la gloria. Amén

Oración propia del sexto día

Consideremos en este día el desprecio que San Roque hizo de los bienes temporales, abandonando en manos de los pobres su riquísima hacienda, viviendo todos sus días en la pobreza y no queriendo en el final de su vida darse a conocer en su país con lo que hubiera tenido a su disposición cuantas comodidades y bienes hubiese podido apetecer. Pidamos a Dios, considerando el ejemplo de San Roque, que por sus súplicas nos dé a conocer lo deleznable y frágil de los bienes perecederos, para que no tomemos de ellos más que lo necesario para conseguir los eternos. Amen.

Tres oraciones

Padrenuestro
Avemaría
Gloria

(Ahora aprovecha para pedir a Dios, por la intercesión de San Roque, la gracia especial que desees obtener en esta novena)

Oración final

Señor mío Jesucristo, Dios Omnipotente, y verdadero hombre, Hijo de la Virgen María, dulce Jesús, por tu infinita bondad y misericordia, ten piedad de mí. Por aquella preciosa sangre, que tan liberalmente te dignaste derramar en la cruz por nuestras culpas y pecados, te suplico limpies mi alma de toda mancha y mires con ojos de piedad a este indigno pecador, que implora tu misericordia e invoca tu Santísimo nombre de Jesús, que da fuerza y vigor espiritual. No permitas, Señor, que siendo hecho a tu imagen y semejanza, me condene; no me arrastre a la eterna pena mi malicia. Por tu misericordia espero tu gracia, y por los ruegos y merecimientos de mi patrón y abogado vuestro siervo San Roque, dadme gracia para perseverar en vuestro santo servicio y temor hasta la muerte. Amén.

Día séptimo

Oración inicial

Glorioso San Roque, que mereciste por tu heroica caridad en la asistencia a los pobres que padecían del mal de peste alcanzar de Dios su alivio y exterminarla de los hospitales en que los asististe, pide al Señor nos dé gracia para que nos veamos libres de la plaga del coronavirus. También te rogamos que protejas a aquellos que hacen lo posible por protegernos durante la epidemia: profesionales de salud, trabajadores del sector de alimentación y todos los hombres y mujeres de buena voluntad que cumplen con su deber.

Te rogamos, con más fervor aun, que nos ayudes a aprovechar este tiempo de confinamiento para librarnos de la plaga de pecados que habita en nuestros corazones, y merezcamos gozar de Dios en su compañía eternamente en la gloria. Amén

Oración propia del séptimo día

Pensemos hoy en la glorificación del Señor que constantemente ejercitó San Roque no proponiéndose, en toda su vida tan trabajosa y mortificada, otra cosa que amar a Dios y hacer que su nombre fuese bendecido y honrado por todos. Roguemos al Santo nos alcance del Señor que en todas nuestras acciones y trabajos no busquemos otra cosa sino que el nombre de Dios sea conocido y honrado por todo el mundo. Amen.

Tres oraciones

Padrenuestro
Avemaría
Gloria

(Ahora aprovecha para pedir a Dios, por la intercesión de San Roque, la gracia especial que desees obtener en esta novena)

Oración final

Señor mío Jesucristo, Dios Omnipotente, y verdadero hombre, Hijo de la Virgen María, dulce Jesús, por tu infinita bondad y misericordia, ten piedad de mí. Por aquella preciosa sangre, que tan liberalmente te dignaste derramar en la cruz por nuestras culpas y pecados, te suplico limpies mi alma de toda mancha y mires con ojos de piedad a este indigno pecador, que implora tu misericordia e invoca tu Santísimo nombre de Jesús, que da fuerza y vigor espiritual. No permitas, Señor, que siendo hecho a tu imagen y semejanza, me condene; no me arrastre a la eterna pena mi malicia. Por tu misericordia espero tu gracia, y por los ruegos y merecimientos de mi patrón y abogado vuestro siervo San Roque, dadme gracia para perseverar en vuestro santo servicio y temor hasta la muerte. Amén.

Día octavo

Oración inicial

Glorioso San Roque, que mereciste por tu heroica caridad en la asistencia a los pobres que padecían del mal de peste alcanzar de Dios su alivio y exterminarla de los hospitales en que los asististe, pide al Señor nos dé gracia para que nos veamos libres de la plaga del coronavirus. También te rogamos que protejas a aquellos que hacen lo posible por protegernos durante la epidemia: profesionales de salud, trabajadores del sector de alimentación y todos los hombres y mujeres de buena voluntad que cumplen con su deber.

Te rogamos, con más fervor aun, que nos ayudes a aprovechar este tiempo de confinamiento para librarnos de la plaga de pecados que habita en nuestros corazones, y merezcamos gozar de Dios en su compañía eternamente en la gloria. Amén

Oración propia del octavo día

Consideremos hoy la confianza en Dios que nunca abandonó San Roque y la fe que en él tenia, la cual recompensó el señor cuando hallándose solo, enfermo y desconocido de los hombres, atendió el Señor a su sustento, ordenando que un perro le trajese de la mesa de su amo pan que pudiese alimentarse. Pidamos al Señor por la intercesión de nuestro Santo nos conceda la precisa virtud de la confianza en su bondad que nunca abandona a los que de veras le aman. Amén.

Tres oraciones

Padrenuestro
Avemaría
Gloria

(Ahora aprovecha para pedir a Dios, por la intercesión de San Roque, la gracia especial que desees obtener en esta novena)

Oración final

Señor mío Jesucristo, Dios Omnipotente, y verdadero hombre, Hijo de la Virgen María, dulce Jesús, por tu infinita bondad y misericordia, ten piedad de mí. Por aquella preciosa sangre, que tan liberalmente te dignaste derramar en la cruz por nuestras culpas y pecados, te suplico limpies mi alma de toda mancha y mires con ojos de piedad a este indigno pecador, que implora tu misericordia e invoca tu Santísimo nombre de Jesús, que da fuerza y vigor espiritual. No permitas, Señor, que siendo hecho a tu imagen y semejanza, me condene; no me arrastre a la eterna pena mi malicia. Por tu misericordia espero tu gracia, y por los ruegos y merecimientos de mi patrón y abogado vuestro siervo San Roque, dadme gracia para perseverar en vuestro santo servicio y temor hasta la muerte. Amén.

Día noveno

Oración inicial

Glorioso San Roque, que mereciste por tu heroica caridad en la asistencia a los pobres que padecían del mal de peste alcanzar de Dios su alivio y exterminarla de los hospitales en que los asististe, pide al Señor nos dé gracia para que nos veamos libres de la plaga del coronavirus. También te rogamos que protejas a aquellos que hacen lo posible por protegernos durante la epidemia: profesionales de salud, trabajadores del sector de alimentación y todos los hombres y mujeres de buena voluntad que cumplen con su deber.

Te rogamos, con más fervor aun, que nos ayudes a aprovechar este tiempo de confinamiento para librarnos de la plaga de pecados que habita en nuestros corazones, y merezcamos gozar de Dios en su compañía eternamente en la gloria. Amén

Oración propia del noveno día

Meditemos hoy finalmente la ardiente fe, esperanza y caridad que ejercitó San Roque, creyendo firmemente en Dios y en sus promesas, esperando solo en Él la recompensa de sus virtudes y trabajos y amándole de todo corazón como lo demostró sirviendo y amando a sus prójimos y en especial los apestados. Supliquémosle nos alcance del Señor estas excelentes virtudes, para que creyendo en Dios con fe viva, esperando en su bondad y justicia y amándole sobre todas las cosas y al prójimo por Él, cumplamos en esta vida el fin para que nos crio, y alcancemos así la suprema felicidad amándole eternamente en el Cielo. Amen.

Tres oraciones

Padrenuestro
Avemaría
Gloria

(Ahora aprovecha para pedir a Dios, por la intercesión de San Roque, la gracia especial que desees obtener en esta novena)

Oración final

Señor mío Jesucristo, Dios Omnipotente, y verdadero hombre, Hijo de la Virgen María, dulce Jesús, por tu infinita bondad y misericordia, ten piedad de mí. Por aquella preciosa sangre, que tan liberalmente te dignaste derramar en la cruz por nuestras culpas y pecados, te suplico limpies mi alma de toda mancha y mires con ojos de piedad a este indigno pecador, que implora tu misericordia e invoca tu Santísimo nombre de Jesús, que da fuerza y vigor espiritual. No permitas, Señor, que siendo hecho a tu imagen y semejanza, me condene; no me arrastre a la eterna pena mi malicia. Por tu misericordia espero tu gracia, y por los ruegos y merecimientos de mi patrón y abogado vuestro siervo San Roque, dadme gracia para perseverar en vuestro santo servicio y temor hasta la muerte. Amén.

Propósito de confesarse y comulgar cuando se pueda.

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