Buscar

«Hay que fortalecer los lazos básicos, los arraigos del hombre»

Diálogo sobre el ocaso de una civilización. La familia, la amistad, los buenos libros y la oración se presentan como refugios frente a una cultura que parece marchar hacia el suicidio colectivo. ¿Qué consuelo tenemos nosotros? Primero la esperanza en Dios: a la larga, Dios nos protege y el mal es pasajero, siempre.

Los periodistas Agustín de Beitia y Jorge Martínez del Periódico La Prensa, realizaron una entrevista colectiva a Mario Caponnetto, María Delia Buisel, Bernardino Montejano, Jorge N. Ferro y Javier Anzoátegui sobre la situación actual de la sociedad y el declive cultural del hombre. Los expertos  dan algunas soluciones para vencer el tremendo desequilibrio cultural en que vivimos.

Exploradas las fuentes y el origen de la revolución cultural que avanza por todo el planeta a velocidad de vértigo, toca ahora indagar en su recorrido futuro y en su posible desenlace. Hacia el final habrá espacio para mencionar los consuelos divinos o terrenales que ayudan a soportar la ardua travesía por un mundo cada vez más desquiciado.

-¿Qué es lo que está declinando con este proceso? ¿Es una civilización la que muere?

-Caponnetto: Hace ya un siglo, Oswald Spengler dio a luz su famoso libro La decadencia de Occidente en el que sostenía la tesis de que todas las civilizaciones tienen un ciclo de vida que se inicia a partir de ciertas circunstancias que las hacen nacer, que alcanza luego un punto de máximo desarrollo para desembocar después en una suerte de parálisis de sus creencias y de sus instituciones, que finalmente culmina con su desaparición. Tal era el proceso de decadencia que según Spengler afectaba a la civilización occidental en la época en que escribía sus libros: de allí el título de la obra. Hay que convenir que a la luz de cuanto ha ocurrido y viene ocurriendo, el libro de Spengler fue realmente profético. Es cierto que las tesis de Spengler están teñidas de un cierto determinismo histórico; sin embargo, repito, su valor profético es innegable. En cuanto a que si hay una civilización que muere, no estoy seguro de que lo que llamamos Occidente vaya, necesariamente, a desaparecer, a morir: la historia no es cíclica sino lineal. Todo se encamina hacia un final; y en este punto es necesario destacar que cuando decimos final nos estamos refiriendo tanto a un fin como cesación o acabamiento cuanto a un fin como objetivo o consumación de algo. Sólo Dios tiene la clave de la historia.

-¿Con qué se puede comparar esta situación? ¿Con el fin del imperio romano, por ejemplo?

-Montejano: Parecido. El padre Pío, cuando hablaba del aborto, decía que desde el punto de vista social y político era el suicidio de una civilización. Si no tenemos hijos nos estamos suicidando a nosotros mismos. Esto no es sólo cuestión de encontrar una razonable pirámide poblacional. La inversión de la pirámide es una suerte de suicidio colectivo. Esto se ve hasta en los aspectos económicos, que es en lo que más se interesa la gente. Con una pirámide social invertida no funcionan una cantidad de cosas. Entonces aparece la eutanasia como un remedio. Ya que no se puede embarcar a los viejos, eliminémoslos.

-¿Y todo esto adónde conduce?

-Anzoátegui: Y yo soy muy apocalíptico. No quiero ser exagerado, pero me parece que es anticrístico claramente, y muy acelerado. Uno no puede vaticinar el tiempo, pero ciertamente hay una aceleración muy grande.

-Caponnetto: Honestamente, no lo sé. Como dije, la clave de la Historia la tiene Dios y a su Providencia nos confiamos. Si Dios no interviene, el próximo paso no puede ser otro que una profundización del proceso en curso: más decadencia, mayores males y convulsiones.

UNA REACCIÓN

-¿Creen que puede haber un rebote? Y, en ese caso, ¿de qué depende?

-Montejano: Sí, pero no va a venir de Francia ni de España. Existen fuerzas sanas, sobre todo en Europa oriental. Lo que pasa en Hungría, en Polonia, en otros países, en parte en Rusia. No se pierden las esperanzas.

-Caponnetto: Más que creer en un rebote, lo espero. Depende de Dios, sin duda; pero también de nosotros, de cuan capaces seamos de oponernos a esta marea. Se ven signos, pocos pero ciertos, que permiten tener una visión esperanzadora. Hay naciones en Europa que reivindican vigorosamente sus raíces cristianas. En otras, se advierten fuertes movimientos de reacción contra el mundialismo aunque por ahora no sabemos a ciencia cierta el valor y el alcance de tales reacciones. Pero lo que más alienta nuestra esperanza son los numerosos ejemplos de martirio; muchos cristianos, en Oriente, están hoy, en este mismo momento, derramando su sangre por la Fe. Esto es semilla de nuevos cristianos que pueden, con la ayuda de Dios, alumbrar un mundo mejor.

-Ferro: A mí me llama la atención la resistencia de la sociedad argentina (al aborto). Yo daba por descontada la aprobación, es más, me sorprendía que no hubiera salido antes. Yo siempre discutía con mis amigos y lo daba por perdido (lo del aborto). Me sorprendió. Porque me encontré con gente que reacciona y que reacciona bien y sensatamente y con argumentos irrebatibles…Las cosas que he visto (de los que hablaron en el Congreso) fueron admirables. Sabían además que iban a enfrentar una cantidad de problemas y eso me admira más. Pero la resistencia es mayor, es más de lo que esperaba. Es misteriosa. Creo que es una gracia de Dios, es una gracia misteriosa de Dios que protege esta tierra mostrenca con tanta inmundicia, tanta ineptitud, donde todo anda mal. A los argentinos los único que les importa es el fútbol, y ni siquiera anda el fútbol (risas).

-¿Encuentran artistas, pensadores u obras de estos tiempos que estén a salvo de la ofensiva ideológica?

-Ferro: Siempre aparecen cosas buenas. Inexplicablemente. Si uno ve la cultura de fines del siglo XIX, del XX y de lo que va del XXI, ¿cómo se explica un Newman, que arrastra una cantidad de conversos? ¿Cómo se explica un Tolkien, un C. S. Lewis? ¿Cómo se explica en la Argentina un Castellani? Paul Claudel, toda la literatura, la pintura, la música cristiana que hubo en el siglo XX fue muy importante. Culturalmente hay muchísimo y aun hoy. Estaba leyendo la novela de Javier Anzoátegui (Jazmín del país, editada por Vórtice), es muy simpática. ¿Cómo se explica que haya gente buena? Porque «Dios saca de las piedras hijos de Abraham», y «Donde abunda el pecado sobreabunda la gracia». A mí no me alcanza el tiempo para leer cosas buenas, o para ver un buen cine o para escuchar buena música. Hay, si uno la busca un poco.

-Buisel: Por supuesto. Pongamos ejemplos tal vez un poco dispares y de modo no muy sistemático del siglo XX para no ir tan lejos, que ameritan una adhesión total o parcial: G.K. Chesterton, H. Belloc, T.S. Eliot, E. Pound, E. Waugh, J.Tolkien, C.S.Lewis, Michael Jones, Israel Shamir; G. von Le Fort, R. Guardini, J. Pieper; Charles Peguy, Charles Maurras, Pierre Pascal, Henri Massis, G. Bernanos, (le dejamos A. de Saint Exupery al doctor Montejano), G.Thibon, M. Real del Sarte, L. Fujita, Jean Raspail, Ph. de Villiers; D. Buzzatti, V. Messori, R. de Mattei; el conde de Foxá, Pedro Salinas, Gerardo Diego, José María Gironella, Pío Moa, Ricardo de la Cierva. Y entre nosotros L. Lugones, L. Castellani, J. Meinvielle, los hermanos Irazusta, M. Gálvez, L. Marechal, Ernesto Palacio, Federico Ibarguren, Ignacio B. Anzoátegui, H. Wast, R. Calderón Bouchet, E. Zuleta Alvarez, A. D”Angelo Rodríguez, P. Alfredo Sáenz, Patricio Randle, Félix A. Lamas y otros americanos ilustres en fin, muchos otros de mayor y menor cuantía, sabiendo que he callado muchos que hablan desde su silencio.

¿Qué consuelo tenemos nosotros? Primero la esperanza en Dios: a la larga, Dios nos protege y el mal es pasajero, siempre.

-Y un sentido más general, ¿a qué acuden para preservarse en este contexto de una mayor decadencia, de una mayor anomia, que se extiende, que ya a uno lo envuelve?

-Montejano: Bueno, fortaleciendo los lazos básicos. Los grandes arraigos del hombre. Primero las raíces del hombre con Dios. Después las raíces del hombre con la patria, que pasa a través de la familia. Las vinculaciones en los grupos profesionales, en los colegios, las universidades. Tratando de cultivar la amistad. Porque hoy en día la temática no es más la amistad, como en los tiempos clásicos, sino que la temática es la soledad. Y esto es impresionante. Pensar que hoy en Japón hay gente que comete delitos menores para ir a la cárcel y encontrar una compañía. Esto no me digan que no es el fin de una civilización. Todos los que viven solos se multiplican. Y no son los anacoretas, que eligieron vivir solos. Sino que son los pobres a los que nadie les presta atención. Es la soledad en medio de la multitud. Una multitud anónima que no te reconoce. Es un horror. Parece mentira.

-Anzoátegui: Acudo por de pronto a la oración. Y de alguna manera al ofrecimiento. Decir: «Es lo que me tocó y por algo estoy acá». Con mis enormes miserias, con enormes cobardías muchas veces, pero tratando de no ser fuerte yo sino que Dios me dé la fortaleza para aguantar. Mal que mal, lo voy llevando. No canto victoria porque diría que humanamente soy pesimista.

-Buisel: En primer lugar en la familia, refugio salvífico, que es lo que el Nuevo Orden Mundial quiere distorsionar, diluir, destruir con todo el ataque de teoría de género, aborto, divorcio, drogas, pedofilia, etc. y en seguida en el estudio, pero un estudio activo, resistente y comunicativo; no en una torre de marfil. Transmitir experiencia en la búsqueda de la Verdad es lo menos que los docentes universitarios de muchos años podemos hacer. Estudio cordial de ya conocidos y de nuevos; de antiguos y modernos, de Virgilio siempre en un bolsillo al decir de T. Haecker, sin olvidarse de Horacio, y en el otro una Biblia.

-Ferro: ¿Qué consuelo tenemos nosotros? Primero la esperanza en Dios: a la larga, Dios nos protege y el mal es pasajero, siempre. Es frágil. Porque no es, es la privación de un bien. Es un agujero. Y este mundo pasará. Ahora cuándo pasará, y cuánto tendremos que sufrir, y qué cosas horribles tendremos que vivir…pero bueno, Dios va a ayudar. Y además, las amistades que se van forjando en este contexto hay que mantenerlas, cuidarlas. La verdad es congregante, aunque después hay opiniones que se pueden discutir.

-Montejano: Siempre nos queda rezar. La oración. «Sin mí, nada podréis hacer». Con Cristo se pueden hacer muchas cosas. Lo que ocurre es que el hombre contemporáneo ha perdido eso, las raíces religiosas.

Facebook
Twitter
WhatsApp
Telegram
Email

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Carrito de compra

¡No dejes al padre hablando sólo!

Homilía diaria.
Podcast.
Artículos de formación.
Cursos y aulas en vivo.

En tu Whatsapp, todos los días.

×