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En tiempos del Covid-19, seguir el ejemplo de santa Jacinta Marto

Hace exactamente 100 años, una santa murió en circunstancias muy similares a las actuales. Santa Jacinta Marto, vidente de Fátima, padeció la peste de su tiempo, ella supo cómo hacer que su enfermedad sea remedio para muchos, ofreciendo cada dolor “por la conversión de los pecadores”.

Hace exactamente 100 años, una santa murió en circunstancias muy similares a las actuales. Santa Jacinta Marto, vidente de Fátima, padeció la peste de su tiempo, ella supo cómo hacer que su enfermedad sea remedio para muchos, ofreciendo cada dolor «por la conversión de los pecadores».

La menor de los tres pastorcitos que vieron en 1917 a Nuestra Señora seis veces en Cova de Iria murió con la epidemia de la «Gripe Española» que azotó a Europa en esos años, ardiendo en fiebre solita en un hospital de Lisboa lejos de su familia un 20 de febrero.

Aún impresionada por la pavorosa visión del infierno que la Virgen les permitió ver en su tercera aparición, Jacinta repetía: «¡Qué pena tengo de los pecadores! ¡Si yo pudiera mostrarles el infierno!».

Con fe inquebrantable la niña Jacinta no dejó de orar el rosario ofreciendo todo sufrimiento como acto de reparación por las ofensas cometidas contra el Inmaculado Corazón de María y también pidiendo a Dios por la conversión de los pecadores; cumpliendo así el mandato que la Santísima Virgen le diese en Fátima.

Una llaga abierta en el pecho, producto de la pleuresía que se infectó por falta de higiene, provocaba dolor constante a la pequeña Jacinta. «Sufro mucho; pero ofrezco todo por la conversión de los pecadores y para desagraviar al Corazón Inmaculado de María», confidenció a su prima Lucía.

Los días previos a su muerte, estando postrada, la Virgen se le apareció tres veces: «¡Oh, Mamá! (…) ¿No veis a Nuestra Señora de la Cova da Iría?», exclamó un día.

Con apenas 10 años, aislada en una habitación de hospital en Lisboa, Jacinta estaba sola al momento de morir el 20 de febrero de 1920. Sola ante Dios, confiada en la promesa que la Virgen de Fátima le hiciera de «venir a buscarla para ir al Cielo».

Santa Jacinta Marto fue una de las 50 millones de personas fallecidas durante la pandemia de aquellos años, causada por el Virus de la «Gripe Española».

Transcurridos 15 años después de su muerte, sus restos fueron trasladados al Santuario de Fátima, donde se constató que su cuerpo permanecía incorrupto. Junto a su hermano Francisco, fue canonizada el 13 de mayo de 2017 por el Papa Francisco.


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