¿Qué es amar a Dios sobre todas las cosas?
(Marcos 12, 28-34) «Oye, Israel, el Señor nuestro Dios, un solo Señor es. Y amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza»
(Marcos 12, 28-34) «Oye, Israel, el Señor nuestro Dios, un solo Señor es. Y amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza»
(Mateo 5, 17-19) «No vayáis a pensar que he venido a abolir la Ley y los Profetas. Yo no he venido para abolir, sino para dar cumplimiento»
(Mateo 22, 34-40) «Le propuso esta cuestión para tentarlo: “Maestro, ¿cuál es el mayor mandamiento de la Ley?” Respondió Él: “Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, con toda tu alma, y con todo tu espíritu”. Éste es el mayor y primer Mandamiento».
Dios nos manda no sólo vivir santamente en nuestras acciones sino que además nos llama a purificar nuestros deseos, por eso en el Décimo Mandamiento manda: «No desearás la mujer de tu prójimo» (Ex 20,17).
Después de prohibir los pecados de obras, Dios también quiere transformar nuestro interior desde nuestros pensamientos y deseos, por ello nos dice: «No codiciarás los bienes de tu prójimo» (Ex 20,17).
Después de prohibir la injuria de obras contra el prójimo, ordena el Señor que tampoco se le injurie de palabras; a ello se encamina este Mandamiento: «No levantarás falso testimonio contra tu prójimo» (Ex 10,16). Su transgresión puede ocurrir en dos ocasiones distintas: en juicio y en la conversación ordinaria.
El Señor prohibió en su ley de forma relevante la injuria hecha al prójimo. En primer lugar, la que se le hace en su misma persona: «No matarás». En segundo lugar, la que se le hace en el cónyuge: «No cometerás adulterio». En tercer lugar, aquí, la que se le hace en sus cosas: «No robarás».
Una vez prohibido el homicidio se pasa a prohibir el adulterio; con toda razón, porque marido y mujer son como un solo cuerpo: «Serán, dice el Señor, dos en una sola carne» (Gen 2,24). Por lo cual, después del ataque perpetrado contra la vida misma de uno, no hay injuria mayor que la inferida al cónyuge. «No cometerás adulterio» (Ex 20,14).
La redacción del cuarto Mandamiento revela una profunda sabiduría cristiana. No dice: «Ama a tu padre y a tu madre», sino «honra». Has de ser, por tanto, un padre digno, que merezcas ser honrado por tu hijo, y que pueda éste ponerte por modelo. En cualquier momento, en cualquier circunstancia que te mire, ha de sentir por ti gran admiración.
En la ley divina, se establece las reglas del amor a Dios y al prójimo, se ordena no sólo hacer el bien, sino alejarse del mal. Pero entre todos los males que se pueden ocasionar al prójimo, el más grande es matarlo; de ahí que se prohíba esto, cuando se dice: «No matarás» (Ex 20,13)
«Honra a tu padre y a tu madre, para que tengas larga vida en la tierra que el Señor tu Dios te dará» (Ex 10,12). «Quien teme al Señor, honra a sus padres, y servirá como a señores a los que lo engendraron, con obras, palabras y con toda paciencia. Honra a tu padre (o a tu madre), para que venga sobre ti la bendición de Dios» (Eccli 3,8,10).
(Mateo 19, 16-22) «¿Por qué me preguntas a mí acerca de lo bueno? Uno solo es el bueno: Dios. Pero, si quieres entrar en la vida, cumple los mandamientos»
El primer Mandamiento impone el deber de dar a Dios el culto y honor que le son debidos. A este Dios, no nos es posible comprenderlo: pero nos basta saber que es independiente; todas las cosas dependen de Dios, y Dios no depende de nadie, y por esto posee en su plenitud todas las perfecciones que nadie le puede quitar ni limitar.
Este es el primer mandamiento, y se refiere al amor de Dios: “No tendrás dioses extraños”. Para comprenderlo conviene notar que los antiguos lo incumplían de muchas maneras.
Unos adoraban a los demonios: “Todos los dioses de los gentiles son demonios” (Ps 95,5). Y es éste el más grande y horrible de los pecados.
Preguntado Cristo sobre cuál es el principal mandamiento, a una sola pregunta dio dos respuestas. La primera fue: «Amarás al Señor tu Dios»; de ella ya hemos tratado. La segunda: «Y a tu prójimo como a ti mismo». Quien observa esto, cumple toda la ley. Lo indica el Apóstol: «Amar es cumplir la ley entera» (Rom 13,10).
Preguntado Cristo por los doctores de la ley antes de su Pasión sobre cuál era el primero y el principal mandamiento, contestó: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente. Este es el principal y el primer mandamiento» (Mt 22,37).
En esta clase se hablará sobre la Ley y sus tipos en la doctrina de Santo Tomás de Aquino. El objetivo del curso es dar a los participantes una sólida formación moral que les permita entender cuál es la vida que Dios quiere que vivan.
Toda la ley de Cristo pende del amor. Este, a su vez, comprende dos preceptos: el del amor a Dios y el del amor al prójimo.
(Marcos 12, 28-34) «Oye, Israel, el Señor nuestro Dios, un solo Señor es. Y amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza»
Dios ha puesto dos mandamientos para ayudarnos a orientar el instinto sexual: el Sexto -«No cometerás actos impuros», -que engloba todos los pecados externos en esta materia, y el Noveno «No consentirás pensamientos ni deseos impuros»-, que abarca todo pecado interno de impureza. Pero… ¿Cómo enseñar todo esto a los niños de la Catequesis?.
Esto te permitirá poder pagar más rápido la próxima vez, en el catastro te haremos unas preguntas de seguridad, los datos de tarjeta de crédito no son guardados en este sitio web, sino procesados en un ambiente seguro en Bancard.
Cargando.. aguarde unos segundos..