Solemnidad de la Asunción de la Virgen María
(Lucas 1, 39-56) «¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme?»
(Lucas 1, 39-56) «¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme?»
Los pueblos tienen su bautismo solemne y la ciudad que dio origen a nuestro pueblo, recibió el suyo el día 15 de agosto de 1537, cuando Juan de Salazar y Espinoza fundaba oficialmente la Casa Fuerte «Nuestra Señora de la Asunción».
La fiesta de la Asunción de la Virgen a los cielos debe llenarnos de una profunda esperanza.
En Paraguay, la devoción que ha tenido más arraigo en la piedad popular y que ha atraído a nuestros padres, es la de la Virgen de los Milagros de Caacupé, cuya fiesta se celebra en el Día de la Inmaculada Concepción, 8 de diciembre de cada año.
Hace más de quinientos años que el nombre de Cristo fue pronunciado en América y cada vez que miro las selvas que aún quedan en nuestro país, pienso y medito, ¡qué grande fueron sus apóstoles! Ellos, sorteando toda suerte de dificultades, plantaron por primera vez la cruz en estas tierras.
El mes de mayo es un mes de celebraciones en Paraguay. Es llamado «el mes de la Patria» porque en él se gestó la independencia nacional. Pero, ¿cuáles fueron los motivos que impulsaron a nuestros antepasados a buscar la independencia?
Dentro de unos días más, en Paraguay, se estarán realizando las elecciones generales. Y hasta esa fecha, el domingo 22 de abril, todas las atenciones estarán puestas en quiénes serán electos para representar a los ciudadanos en el gobierno del país. Y la cuestión pro-vida no será un tema menor. Si no, ¿cómo se explica que algunos candidatos comienzan a cambiar el discurso a días de las elecciones? ¿Que es pecado apoyar el aborto? Lo fue y lo seguirá siendo. El aborto es –y no dejará de ser por simple mayoría– un crimen abominable. No importa el origen o causa del embarazo, que es otro tema. El niño dentro del vientre materno no puede ser condenado a muerte por culpa de sus progenitores. Y apoyar el aborto, o a quienes apoyan el aborto, por el hecho de que estos apoyan el aborto, es pecado grave. Lo decía Benedicto XVI en una carta enviada a los obispos de los Estados Unidos, cuando todavía era cardenal, donde decía que “un católico sería culpable de cooperación formal en el mal, y tan indigno para presentarse a la Sagrada Comunión, si deliberadamente votara a favor de un candidato precisamente por la postura permisiva del
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