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La Adoración Eucarística Perpetua, una respuesta de amor a Nuestro Señor Jesucristo

Adorar a Jesús Sacramentado las 24 horas al día, 7 días a la semana, los 365 días del año.
Adoración Eucarística Perpetua

Jesús nos espera en el Sacramento del Amor

Nuestro Señor Jesucristo se encuentra de manera viva, real y verdadera en la Eucaristía. Él en cuerpo, sangre, alma y divinidad habita en todos lo sagrarios del mundo entero, donde nos espera en la Adoración Eucarística, con gracias infinitas, cumpliendo con nosotros su legado perpetuo: «Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28, 20).

El origen de la adoración Eucarística se remonta a los primeros cristianos y luego a lo largo de la historia  de la Iglesia, con el fin de que nunca cese el culto de fe, amor y agradecimiento a Cristo, presente en la Eucaristía. Así surgen las Cofradías del Santísimo Sacramento, que «se desarrollan antes, incluso, que la festividad del Corpus Christi». Estas Cofradías aseguraban la adoración eucarística, la reparación por las ofensas y desprecios contra el Sacramento, el acompañamiento del Santísimo cuando es llevado a los enfermos o en procesión, el cuidado de los altares y capillas del Santísimo.

Tributen los fieles la máxima veneración a la santísima Eucaristía, tomando parte activa en la celebración del Sacrificio augustísimo

«El sacramento más augusto, en el que se contiene, se ofrece y se recibe al mismo Cristo Nuestro Señor, es la santísima Eucaristía, por la que la Iglesia vive y crece continuamente. El Sacrificio eucarístico, memorial de la muerte y resurrección del Señor, en el cual se perpetúa a lo largo de los siglos el Sacrificio de la cruz, es el culmen y la fuente de todo el culto y de toda la vida cristiana, por el que se significa y realiza la unidad del pueblo de Dios y se lleva a término la edificación del cuerpo de Cristo. Así, pues, los demás sacramentos y todas las obras eclesiásticas de apostolado se unen estrechamente a la santísima Eucaristía y a ella se ordenan. Tributen los fieles la máxima veneración a la santísima Eucaristía, tomando parte activa en la celebración del Sacrificio augustísimo, recibiendo este sacramento frecuentemente y con mucha devoción, y dándole culto con suma adoración; los pastores de almas, al exponer la doctrina sobre este sacramento, inculquen diligentemente a los fieles esta obligación. (Código de Derecho Canónico de 1983, 897 y 898)».

La hora Santa

La Adoración Eucarística se considera unida siempre a la Santa Misa, como prolongación de ella, y constituye una de las formas de culto más importantes de la vida de la Iglesia; incluso hay congregaciones religiosas que se dedican exclusivamente a la adoración eucarística perpetua, mujeres que consagran toda su vida a orar ante Jesús Sacramentado. Desde el inicio de la historia de la Iglesia, había una conciencia clara de la presencia de Cristo en las especies eucarísticas, pero fue desde el siglo XI cuando comenzó la adoración eucarística tal y como la vivimos hoy en nuestras comunidades.

Hora Santa se utiliza para designar el momento que cada uno dispone para estar a solas con el Señor.

En 1264, el Papa Urbano IV, con la bula Transiturus, extendió a todo el mundo la fiesta del «Corpus Christ. En 1279, en Colonia, Alemania, se celebró la primera procesión eucarística. Los primeros datos que tenemos de la exposición de la Eucaristía en un ostensorio aparecen en el relato de la vida de Santa Dorotea (1394), pero parece que ya para entonces era una costumbre bastante extendida en la Iglesia. A finales del siglo XVII, la devoción al Sagrado Corazón, promovida por San Juan Eudes (1680) y Santa Margarita María Alacoque (1690), desarrolló mucho el culto a la Eucaristía con la comunión de los nueve primeros meses precedida de la «Hora santa», que consistía en una hora de adoración ante Jesucristo Eucaristía. Santa Margarita María Alacoque escuchó aquella frase del Corazón de Jesús: «Al menos tú, ámame», que es un llamado a no dejar solo a Jesucristo, presente en la Sagrada Hostia y a corresponder a su amor con nuestra vida cotidiana.

Santa Margarita María de Alacoque y la Hora Santa

Jesús se apareció en 1674 a Santa Margarita de Alacoque mientras ésta estaba en oración. Jesús le pidió la «hora santa» de reparación, a hacerse todas las noches entre el jueves y el viernes y de ésta manera hacerse partícipe de la tristeza de Jesús en Getsemaní.

Jesús le dijo: «Todas las noches del jueves al viernes te hare participar de la mortal tristeza que quise padecer en el Huerto de los Olivos; tristeza que te reducirá a una especie de agonía más difícil de soportar que la muerte. Y para acompañarme en aquella humilde plegaria, que entonces presenté a mi Padre, te postrarás con la faz en tierra, deseosa de aplacar la cólera divina y en demanda de perdón por los pecadores».

La Hora Santa tiene tres características principales que se recogen en las memorias de santa Margarita María: la oración reparadora, la unión con Jesús sufriente en Getsemaní y los gestos de humillación.
Se trata por tanto de dedicar una hora a meditar los misterios cuando Cristo se sintió sólo y débil, como nosotros, y pide al Padre aparte el cáliz. Una hora para acompañarle, como el Ángel del huerto, místicamente, junto al sagrario.

Pero también Hora Santa se utiliza para designar el momento que cada uno dispone para estar a solas con el Señor, diariamente.

«¿No habéis podido velar una hora Conmigo?»

Jesús nos espera en el Santísimo Sacramento. Él espera a nuestros pequeños actos de fe, adoración, amor, acción de gracias, el arrepentimiento, la reparación y la caridad que nosotros le podemos ofrecer al contemplar – Su Divina Majestad – en el Santísimo Sacramento.

San Alfonso María de Ligorio, escribió: «Entre todas las devociones, ésta de adorar a Jesús sacramentado es la primera, después de los sacramentos, la más apreciada por Dios y la más útil para nosotros. La Eucaristía es un tesoro inestimable: No sólo al celebrar la Eucaristía, sino también estar ante ella fuera de la Misa, nos da la posibilidad de hacer contacto con las mismas fuentes de la gracia».

El Papa Juan Pablo II en una de sus homilías dijo, «Es hermoso estar con Él y, reclinados sobre su pecho como el discípulo predilecto (cf. Jn 13:25), palpar el amor infinito de su corazón … Si, en nuestro tiempo cristianismo ha de distinguirse por el “arte de la oración,” ¿cómo no sentir una renovada necesidad de pasar tiempo en conversación espiritual, en adoración silenciosa, en actitud de corazón de amor, ante Cristo presente en el Santísimo Sacramento?»

«El Señor es fiel a todas sus promesas y bondadoso en todas sus obras» (Salmo 145:13)
¡Día y noche, Jesús mora en el Santísimo Sacramento por su amor infinito por nosotros!

Material para rezar durante la hora Santa

Les dejamos estas oraciones para aquellos que se inician en la devoción a Jesús Eucaristía:
– Oraciones para rezar delante del Santísimo.
– «Pange Lingua» canto procesional eucarístico por antonomasia.
¿Qué hacer durante una visita al Santísimo Sacramento?
La Letanía que Sor Faustina escribió a Jesús Eucaristía.

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