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La excelsa devoción al Sagrado Corazón de Jesús

Esta fiesta fue aprobada en primer lugar en Polonia y España por el papa Clemente XIII, en el año 1756. En 1856 Pío IX extendió la fiesta del Corazón de Jesús a toda la Iglesia. En 1889, con León XII, se elevó a la categoría litúrgica y Pablo VI la proclamó como Solemnidad.
La excelsa devoción del Sagrado Corazón de Jesús

Una de las devociones más extendidas en toda la Iglesia Católica de Occidente, quizá sea la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Dicha devoción es tan antigua como el mismo cristianismo, pues, no hace sino expresar el contenido esencial de la religión revelada.

Ya leemos en San Juan: «Pues hemos reconocido al Amor, y en él hemos creído». La esencia del mensaje cristiano es el encuentro con Cristo, segunda persona de la Santísima Trinidad, quien por amor, se ha hecho visible por medio de la Encarnación para la salvación del mundo.

Aunque el Corazón de Jesús siempre atrajo la atención de muchos santos de diversas épocas, no es sino en 1680, que el mismo Cristo querrá hacer manifiesto el amor que tiene por todos los hombres, al aparecerse en Paray-le-Monial (Francia) a una pequeña religiosa de la Orden de la Visitación de Santa María, llamada Margarita María de Alacoque. En su autobiografía, Margarita María, retrata lo principal de su itinerario espiritual. Desde su más tierna edad, su trato con el Señor ha sido siempre muy intenso. El día de la profesión de sus votos, su experiencia precisa: «Yo lo veía, yo lo sentía cerca de mí, y lo escuchaba mucho mejor que si hubiera sido con los sentidos corporales».

La descripción que ella hace de su primera gran revelación da algunas precisiones al respecto: «Sumida por la presencia eucarística bajo la forma tradicional de hostia en el centro del ostensorio, ella reposa, como el discípulo amado, sobre el pecho de Cristo, el cual también es el lugar de la santa llaga. Entonces, él le descubre su Sagrado Corazón».

«Su corazón, de hecho, está restituido, como una llama ardiente en forma de corazón»

La apertura de su costado, revela entonces el misterio del Amor que lo habita y que para expresarlo, utilizará la clásica metáfora del corazón. Santa Margarita María añade a esto: «Su corazón, de hecho, está restituido, como una llama ardiente en forma de corazón», pues la palabra Corazón no necesariamente define una forma exacta. Esta palabra, ella la recibe de la revelación.  Es sólo entonces que aparece esta expresión (Sagrado Corazón)  y que desde ese momento, será privilegiada en el Seno de la Iglesia.

A todo esto, me parecen muy enriquecedoras las enseñanzas del Papa Emérito Benedicto XVI acerca de esta devoción:

«El culto al amor de Dios, debe ayudarnos a recordar constantemente que Él ha tomado sobre sí el sufrimiento voluntariamente al entregarse “por nosotros”. En cuanto practiquemos este culto, no solamente reconocemos con gratitud el amor de Dios, sino que continuamos abriéndonos a este amor de manera que nuestra vida sea siempre mejor moldeada. La invitación a darse enteramente al amor salvador de Cristo tiene por lo tanto, como primer objetivo la relación con Dios. Es por ello, que este culto, totalmente adherido al amor de Dios que se sacrifica por nosotros, es de tal importancia irreemplazable para nuestra fe y para nuestra vida en el amor».

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Acudamos pues, a esa fuente inagotable de amor que es el Corazón Sagrado de Nuestro Señor, pues de él brotan todas las gracias y dones que necesitamos para vivir en Él y por Él. No en vano, tantos santos han llamado al augusto Corazón de Cristo horno ardiente de caridad, pues es lo que da sentido a todo el actuar cristiano que no busca otra cosa sino configurarse a Cristo que es la caridad misma.

La Iglesia universal celebra la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, a pedido explícito del mismo Cristo a Santa Margarita María de Alacoque. «Te pido que el primer viernes después de la octava del Corpus se celebre una fiesta especial para honrar a mi Corazón, y que se comulgue dicho día para pedirle perdón y reparar los ultrajes por él recibidos durante el tiempo que ha permanecido expuesto en los altares», expresó nuestro Señor a Santa Margarita en junio de 1675.

«También te prometo que mi Corazón se dilatará para esparcir en abundancia las influencias de su divino amor sobre quienes le hagan ese honor y procuren que se le tribute», añadió.

Esta fiesta fue aprobada en primer lugar en Polonia y España por el papa Clemente XIII, en el año 1756. En 1856 Pío IX extendió la fiesta del Corazón de Jesús a toda la Iglesia. En 1889, con León XII, se elevó a la categoría litúrgica y Pablo VI la proclamó como solemnidad. En 1995, San Juan Pablo II instituyó en este mismo día la Jornada Mundial de Oración por la Santificación del Clero, para que Jesús custodie el sacerdocio en su corazón.

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«Este Corazón divino es un abismo de todos los bienes, en el que todos los pobres necesitan sumergir sus indigencias: es un abismo de gozo, en el que hay que sumergir todas nuestras tristezas, es un abismo de humildad contra nuestra ineptitud, es un abismo de misericordia para los desdichados y es un abismo de amor, en el que debe ser sumergida toda nuestra indigencia» dijo Santa Margarita sobre el divino Corazón de Jesús.

Las doce promesas del Sagrado Corazón de Jesús.

Esta gran promesa luego se especifica en doce; cada de una de ellas como fruto de tan sencilla devoción: la de comulgar ese día.

  1. Les daré todas las gracias necesarias para su estado de vida.
  2. Les daré paz a sus familias.
  3. Las consolaré en todas sus penas.
  4. Seré su refugio durante la vida y sobre todo a la hora de la muerte.
  5. Derramaré abundantes bendiciones en todas sus empresas.
  6. Los pecadores encontrarán en mi Corazón un océano de misericordia.
  7. Las almas tibias se volverán fervorosas.
  8. Las almas fervorosas harán rápidos progresos en la perfección.
  9. Bendeciré las casas donde mi imagen sea expuesta y venerada.
  10. Otorgaré a aquellos que se ocupan de la salvación de las almas el don de mover los corazones más endurecidos.
  11. Grabaré para siempre en mi Corazón los nombres de aquellos que propaguen esta devoción.
  12. Yo te prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que mi amor omnipotente concederá a todos aquellos que comulguen nueve Primeros Viernes de mes seguidos, la gracia de la perseverancia final: No morirán en desgracia mía, ni sin recibir los Sacramentos, y mi Corazón divino será su refugio en aquel último momento.

Condiciones para ganar esta gracia:

  1. Recibir la Sagrada Comunión durante nueve primeros viernes de mes de forma consecutiva y sin ninguna interrupción (obviamente, sin estar en pecado mortal, por ejemplo, por faltar a la Misa dominical). Se sugiere confesión con intención de reparar las ofensas al Sagrado Corazón.
  2. Tener la intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús y de alcanzar la perseverancia final.
  3. Ofrecer cada Sagrada Comunión como un acto de expiación por las ofensas cometidas contra el Santísimo Sacramento.

Oración para ofrecer la Comunión de los primeros viernes

Jesús mío dulcísimo
Jesús mío dulcísimo, que en vuestra infinita y dulcísima misericordia prometisteis la gracia de la perseverancia final a los que comulgaren en honra de vuestro Sagrado Corazón nueve primeros viernes de mes seguidos, acordaos de esta promesa y a mi, indigno siervo vuestro que acabo de recibiros sacramentado con este fin e intención, concededme que muera detestando todos mis pecados, creyendo en vos con fe viva, esperando en vuestra inefable misericordia y amando la bondad de vuestro amantísimo y amabilísimo Corazón. Amén.

Oración al Sagrado Corazón de Jesús

Oh Dios, que en el corazón de tu Hijo,
herido por nuestros pecados,
has depositado infinitos tesoros de caridad;
te pedimos que, al rendirle el homenaje de nuestro amor,
le ofrezcamos una cumplida reparación.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío!

Jornada Mundial de Oración por la Santificación de los Sacerdotes

La Jornada Mundial de Oración por la Santificación de los Sacerdotes tiene lugar cada año en la Solemnidad del Sacratísimo Corazón de Jesús. Este día fue establecido por el Papa San Juan Pablo II en 2002. Anima a los sacerdotes a reflexionar sobre la importancia y la dignidad de su vocación y anima a los católicos de todo el mundo a rezar por los sacerdotes de su comunidad.

Oración por los Sacerdotes

Dios misericordioso y amoroso, te damos gracias por el don de nuestros sacerdotes. A través de ellos experimentamos tu presencia en los sacramentos.

Ayuda a nuestros sacerdotes a ser fuertes en su vocación. Enciende sus almas con amor por tu pueblo.

Concédeles la sabiduría, el entendimiento y la fuerza que necesitan para seguir los pasos de Jesús. Inspíralos con la visión de tu Reino.

Dales las palabras que necesitan para difundir el Evangelio. Permítales experimentar gozo en su ministerio.

Ayúdalos a convertirse en instrumentos de tu divina gracia.

Te lo pedimos por Jesucristo, que vive y reina como nuestro Eterno Sacerdote.


Publicado en la Edición Impresa Nro. 3

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