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La hija de Santa Gianna revela el «secreto» de la santidad de su madre

Gianna Emanuela dice que el «sí» de su mamá a Dios, en medio de las complicaciones y el dolor agonizante que rodearon el embarazo y el parto, permitió que Dios construyera algo hermoso en lo que, la mayoría de la gente, consideraría una situación desesperada.

¿Qué fue lo que permitió a Santa Gianna Beretta Molla elegir la vida de su hija, por encima de su propia vida, cuando se enfrentó a esta decisión? ¿Qué le permitió ofrecer alabanzas y gracias a Dios, a pesar de que ella moriría días después de tener a su bebé sana, dejando cuatro hijos pequeños y un marido que la quería?

El 28 de abril la Iglesia celebra a Santa Gianna a quien el Papa Pablo VI describió como «una madre que, para dar a luz a su bebé, sacrificó la suya propia en una inmolación deliberada».

El secreto de la santidad de Santa Gianna, le fue revelado a LifeSiteNews, en una entrevista con la propia persona por la que la santa dio su vida: su hija Gianna Emanuela Molla.

Gianna Beretta Molla (1922-1962) fué al hospital en Monza el 20 de Abril de 1962, Viernes Santo. A la mañana siguiente, Sábado Santo, se le realizó una cesárea para el nacimiento de su cuarta hija, Giovanna Emanuela. Después de la operación, al acabarse la anetesia, empezó a sufrir grandes dolores, que fueron aumentando con los días. Pidió volver a Ponte Nuovo para morir en la casa que custodió el sacramento de su amor. Murió en la mañana del Sábado 28 de Abril, probablemente después de escuchar las voces de sus hijos que despertaban en la habitación de al lado.

Gianna Emanuela, de 54 años, dijo que, si las vidas de sus padres le han enseñado algo, es que el «camino de la Cruz» es «sin duda, el camino correcto» que los cristianos deben seguir, si desean «poder disfrutar, algún día, la alegría del Paraíso a la vista de Dios, para siempre».

No está hablando de vivir la fe cristiana como algo triste y doloroso, sino de un tipo de vida que le lleva a uno a la más gran y profunda, y a menudo inesperada, alegría. Cómo alcanzar estas dos cosas aparentemente irreconciliables, abrazar la Cruz y encontrar la alegría, es el «secreto».

Gianna Emanuela explicó que, para los cristianos, la Cruz no tiene la última palabra, sino que se convierte en el origen de la mayor transformación.

«El camino de la Cruz, humanamente [hablando], es el  camino más incómodo y difícil de seguir. Pero es el único camino que nos permite [encontrar] un significado pleno y completo a nuestras vidas», dijo. «El camino de la Cruz, como saben, está conectado a la resurrección, como nuestro Jesús nos enseña.  Y, como nuestra Madre celestial nos enseña, este camino de la Cruz requiere nuestro “sí”, nuestro continuo “sí” a la voluntad de Dios siempre, incluso, cuando no la entendamos. Debemos decir nuestro “sí” a Dios», agregó.

Gianna Emanuela ve en el ejemplo de vida de sus padres, la alegría que viene de abrazar las cruces que se encontraron diariamente, durante toda la vida.

Fr Darrin Gianna Emanuela - La hija de Santa Gianna revela el «secreto» de la santidad de su madre

«Las vidas de mamá y papá me enseñaron, además, que el camino de la Cruz es también el camino de la alegría. ¿Qué tipo de alegría? La alegría más perfecta, la alegría más grande, el preludio de la mayor alegría: poder, un día, tener la alegría del Paraíso, de estar a la vista de Dios, para siempre», dijo. «Es posible caminar a lo largo del camino de la Cruz y vivir en la alegría, si tenemos a Jesús en nuestro corazón, si vemos todo lo que nos pasa a la luz de la fe. Y así, si vivimos de esta manera, nos sentimos [inspirados] para dar gracias a Dios continuamente, al igual que mi padre, por todo, por cada una de nuestras respiraciones. Debemos dar gracias a Dios», agregó.

La libre elección de abrazar las cruces en nuestra vida como la voluntad de Dios y encontrar la paz y la alegría en esta acción, viene directamente del mismo Jesús. Fue Él quien dijo: «Si alguno quiere seguirme, niéguese a sí mismo, lleve su Cruz y siga tras de Mí» (Mat. 16:24). En otro lugar dice: «Tomad sobre vosotros el yugo mío, y dejaos instruid por mí, porque manso soy y humilde en el corazón, y encontraréis reposo para vuestras vidas. Porque mi yugo es excelente y mi carga es liviana» (Mat . 11: 28-30). También dijo: «Os he dicho estas cosas para que mi propio gozo esté en vosotros y vuestro gozo sea cumplido» (Jn 15:11).

Gianna Emanuela estará por siempre agradecida a su «mamá santa» por la decisión de abrazar la Cruz, tras descubrir, durante su embarazo, que una enfermedad amenazaba su vida.

Su madre, médico pediatra, estaba embarazada de Gianna Emanuela en 1961, cuando supo que su vida peligraba por un tumor en el útero. Los médicos le dieron tres opciones: un aborto; una histerectomía completa (que también mataría a su bebé) o la extirpación quirúrgica del tumor (con menos posibilidades de éxito). Con la vida de su preciosa hija en mente, la madre optó por la extirpación del tumor.

Pero las complicaciones persistieron. Al enfrentarse a un parto difícil, le dijo a los médicos, «Si tienen que decidir entre el niño y yo, no lo duden: elija al niño. Insisto en ello. Sálvenlo».  Murió siete días después, el 28 de abril de 1962, dando su vida por su hija, después de exclamar repetidamente: «Jesús, te amo. Jesús, te amo». Tenía 39 años.

Gianna Emanuela dice que el «sí» de su mamá a Dios, en medio de las complicaciones y el dolor agonizante que rodearon el embarazo y el parto, permitió que Dios construyera algo hermoso en lo que, la mayoría de la gente, consideraría una situación desesperada.

«El “sí” de mi mamá santa a Dios, le permitió a Dios realizarse (llevar a buen término) en mi propia vida, de forma completa», dijo.

Dijo que la clave del éxito para abrazar la Cruz mientras la convertimos en una fuente de alegría es dar «continuamente» gracias a Dios por todo, lo bueno y lo malo, que viene a nosotros.

«Ambos, mamá y papá, sufrieron mucho en sus vidas… Y aún sufriendo mucho, tenían una gran alegría en sus corazones. Continuamente daban gracias a Dios, ese era su secreto. Si creemos que Jesús fue a la Cruz, no es posible pensar de manera diferente para nosotros [los cristianos]. El camino de la Cruz es también, el camino de la alegría», dijo.

El gran testimonio de Santa Gianna Beretta Molla es un farol para los tiempos actuales, una invitación a defender la vida y a respetarla con todas sus consecuencias. Ella vivió con generosa entrega el don de la maternidad hasta el final de su vida.

Su sacrificio testimonia que sólo se realiza a sí mismo quien tiene la valentía de entregarse totalmente a Dios y a los hermanos.

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