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Los 10 NO del noviazgo

Un buen matrimonio depende en gran parte de un buen noviazgo, de que él y ella aprovechen bien ese tiempo para conocerse. Además de amor, ¿Qué se necesita para tener un buen noviazgo? 
Los 10 NO del noviazgo

El portal católico mexicano Desde la Fe presenta un completo repaso de cosas que hay que tener en cuenta para aprovechar el noviazgo y evitar malos matrimonios.

He aquí diez recomendaciones que conviene considerar:

1-No dejar fuera a Dios

Antes que nada, pregúntale a Dios si tu vocación es el matrimonio. Consulta un director espiritual. Cuando creas haber conocido a la persona indicada, oren juntos, vayan juntos a Misa, encomiéndense a Dios y a María. Antes de casarse, acudan a un retiro para novios. Y después no se atengan a sus solas míseras fuerzas para amarse: no se vayan a vivir juntos ni se unan sólo por lo civil, sino mediante el Sacramento del Matrimonio, para recibir de Dios la gracia sobrenatural de ser fieles y amarse mutuamente como Dios los ama.

2- No engañar

Esto abarca dos aspectos. Primero: no finjas lo que no eres. No digas que te gusta lo que no te gusta, que haces lo que nunca haces, etc. sólo para ser como crees que tu novia o novio espera que seas. Descubrirá tu engaño al casarse, y puede ser motivo para separarse. Sé tú mismo. Si no es compatible contigo, ni modo, no fuerces las cosas, ya encontrarás a quien lo sea. Y, segundo: no seas infiel. La infidelidad en el noviazgo es motivo para terminar la relación, porque los novios infieles, suelen ser cónyuges infieles.

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3- No querer cambiar al otro

Hay quien piensa: «mi pareja tiene esta forma de ser, o este hábito, o este vicio que no me agrada, pero yo la voy a cambiar». Es una falsa expectativa. La gente no suele cambiar. El introvertido nunca se volverá extrovertido; la parlanchina no sabrá quedarse callada; el novio que nunca es servicial será un marido haragán; la novia desaliñada será una esposa de bata y pantuflas. Y las características que te molestan en el noviazgo, en el matrimonio pueden aumentar y resultarte intolerables. O le aceptas como es, o no te cases.

4- No justificar lo injustificable

Si en el noviazgo, cuando se supone que están enamorados y desea complacerte, tiene desatenciones, te deja esperándole y no se disculpa; se la pasa viendo el celular, llega tarde, no te pregunta cómo estás, te calla, te critica, en el matrimonio será peor. No busques pretextos para justificar sus malas actitudes, busca mejor otra pareja.

Muchos matrimonios se rompen porque no descubrieron a tiempo que pensaban muy distinto

5- No violencia

Si en el noviazgo ya hay gritos, malos modos, insultos y hasta golpes, ¡hay que salir huyendo! Un novio que te levanta la voz, será un esposo que te levantará la mano; una novia que te humilla ante tus amigos, será una esposa que te humillará ante tus hijos. ¿A qué arriesgarse a casarse con alguien que puede poner en riesgo tu integridad y la de tu familia?

6- No relaciones sexuales

El sexo es fabuloso. Decir esto parecería razón para practicarlo en el noviazgo, pero es justo lo contrario: puede hacer que una pareja crea que son compatibles, cuando en realidad sólo lo son en la cama. Un amante habilidoso no necesariamente es un buen esposo. Y hay muchos momentos en el matrimonio en que no será posible tener relaciones sexuales, así que si el sexo es lo único que los une, su relación irá a pique.

Una amiga me contó que su hija fue a confesarse de haber tenido relaciones sexuales con su novio, y el padre le dijo: «si se aman, no es pecado». Sorprende semejante respuesta, porque Jesús menciona, en la lista de maldades que manchan al hombre, la fornicación, es decir, la relación sexual fuera del matrimonio (ver Mc 7, 14-23). La relación sexual está pensada para ser una donación total entre esposos que prometen, con la gracia de Dios, amarse toda la vida.

7- No desoír opiniones y consejos

Por tener una visión desde fuera, puede suceder que tus familiares y amigos capten actitudes de tu pareja que tú no has percibido. «ay, hijita, tu novio toma demasiado», «ay, hijo, ella trata muy mal a su mamá», etc. Presta atención, no cierres los oídos. En los procesos de declaración de nulidad matrimonial, suelen preguntar cuál era la opinión de quienes rodeaban a los novios.

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8- No suponer, mejor preguntar

El noviazgo es un tiempo para conocerse, para hablar, hablar y hablar de todos los temas habidos y por haber, para preguntar. Muchos matrimonios se rompen porque no descubrieron a tiempo que pensaban muy distinto: «¡creí que sí querías tener hijos!»; «¡no pensé que te molestara que trabaje!»; «¡no sabía que tu mamá vendría a vivir con nosotros!». Más vale dialogar que lamentar.

9- No dejar de considerar a la familia

No sólo hay que fijarse en la pareja, sino en su familia. ¿Cómo es?, ¿cómo se llevan sus miembros entre sí?, ¿cuáles son sus valores? Recuerda que muy probablemente tendrás que convivir con ellos en Navidad, año nuevo, cumpleaños, algunos fines de semana, etc. Sus papás serán abuelos de tus hijos, y tus cuñados, sus tíos; querrán pasar tiempo con ellos, ¿qué clase de ejemplo les darán? ¿Es ésta la familia a la que quieres pertenecer?, ¿o vas a discutir y a pelearte cada vez que tu cónyuge la quiera ver?

10- No sólo buscar «que te haga feliz»

Muchos se casan pensando: «ésta me hará feliz» (porque es bonita y puede lucirla en las fiestas de la oficina, o porque cocina rico), o éste me hará feliz, (porque es tan esbelto que sus amigas la envidiarán; o porque gana tanto que podrá darle una vida de lujos). Buscan la pareja que los haga felices. Pero si la bonita se pone fea o se enferma, al esbelto le sale panza, o pierde el trabajo, ya no «hace feliz», es hora de descartarlo. La motivación para casarse no debe ser: «que me haga feliz», sino «quiero hacerle feliz». Y qué mayor felicidad que santificarse mutuamente para llegar al cielo. Si tanto él como ella dicen: «le amo tanto que quiero dedicarme a que sea feliz aquí y por toda la eternidad», eso sí que con la ayuda de Dios, se puede lograr pase lo que pase, en la salud y en la enfermedad, en lo próspero y en lo adverso, hasta que la muerte los separe en este mundo y puedan reencontrarse en la vida eterna para siempre.

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«El noviazgo debe ser una ocasión de ahondar en el afecto y en el conocimiento mutuo. Y, como toda escuela de amor, ha de estar inspirado no por el afán de posesión, sino por el espíritu de entrega, de comprensión, de respeto, de delicadeza» nos enseña San Josemaría.

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