Tomado de catholic-link.com
Muy sabiamente ha dicho Santa Teresa de Calcuta: «Ese poder especial de amar que pertenece a una mujer se ve más claramente cuando se convierte en madre. La maternidad es un don de Dios a las mujeres. ¡Cuán agradecidos debemos estar con Dios por este maravilloso regalo que trae tanta alegría al mundo entero, mujeres y hombres por igual!», es una pena que hoy muchas mujeres no piensen lo mismo.
Vivimos en un mundo que cree e intenta convencernos de que la maternidad es un obstáculo terrible, que convierte los sueños de juventud de las mujeres en terribles pesadillas. Es tan fuerte esa propaganda que es usual que podamos llegar a creer que somos producto de la frustración de nuestras madres y, por tanto, entendemos e incluso alentamos que las mujeres jóvenes retrasen la maternidad mientras logran sus sueños. O por aún, que cierren por completo las puertas a la vida».
En ese contexto, los testimonios presentados en este video resultan reveladores: Las madres no solo no se lamentan ni arrepienten de haber dejado atrás esos sueños de éxito laboral o deportivo. No solo eso, no. Incluso ahora mismo sacrificarían más por sus hijos.
Estos testimonios derrumban la leyenda negra, construida por tantos años de adoctrinamiento feminista, que expone como una «lucha de clases» la maternidad y el éxito. Y que no lo es en absoluto.
Además, este video nos llama a un cuestionamiento serio, que podemos realizar en nuestros grupos de pastoral o ambiente a los que concurrimos: ¿Pensábamos que la maternidad es un obstáculo para las mujeres? ¿Valoramos y correspondemos ese gran amor que tienen nuestras madres? ¿Alentamos y ayudamos a las mujeres con las que nos relacionamos diariamente a una sana y fructífera maternidad?
Dice Alice von Hildebrand: «Una mujer por su propia naturaleza es maternal – ya que toda mujer, casada o soltera, está llamada a ser madre biológica, psicológica o espiritual – ella sabe intuitivamente que dar, nutrir, alimentar cuidar de los demás, sufrir con y por ellos, porque la maternidad implica sufrimiento, es infinitamente más valioso a los ojos de Dios que conquistar naciones y volar a la luna».