Oh, Jesús, que has instituido el sacerdocio para continuar
en la tierra la obra divina de salvar a las almas,
protege a tus sacerdotes (especialmente a: …………..)
en el refugio de tu Sagrado Corazón.
Guarda sin mancha sus manos consagradas,
que a diario tocan tu Sagrado Cuerpo,
y conserva puros sus labios teñidos con tu preciosa sangre.
Haz que se preserven puros sus corazones,
marcados con el sello sublime del sacerdocio,
y no permitas que el espíritu del mundo los contamine.
Aumenta el número de tus apóstoles,
y que tu santo amor los proteja de todo peligro.
Bendice sus trabajos y fatigas,
y que como fruto de su apostolado obtenga la salvación
de muchas almas que sean su consuelo aquí en la tierra
y su corona eterna en el cielo. Amén