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Visión del Padre Pío. Cristo llama a los sacerdotes indignos: «¡Carniceros!»

El Padre Pío manifiesta a su confesor: «Esta aparición me causó mucho dolor en el cuerpo, y más todavía en el alma, que durante todo el día sentí una gran postración, y hubiera creído morirme si el dulcísimo Jesús no me hubiese sostenido».
Visión del Padre Pío. Cristo llama a los sacerdotes indignos: «¡Carniceros!»

El 7 de abril 1913, el Padre Pío envió una carta a su director espiritual en la que le relata con detalles una de las visiones que tuvo con nuestro Señor Jesucristo, durante la cual, el mismo Señor llamó «carniceros» a varios sacerdotes y religiosos.

San Pío de Pietrelcina escribe a su director en estos términos: «En la mañana del viernes me encontraba todavía en el lecho cuando se me apareció Jesús. Se hallaba agonizando y desfigurado, y me mostró una gran multitud de sacerdotes, religiosos y seculares, entre los cuales se hallaban varios dignatarios de la Iglesia. Entre ellos, algunos estaban celebrando la Santa Misa, otros eran indiferentes y otros se estaban despojando de sus vestiduras sagradas.

»La contemplación de Jesús así angustiado me causó mucha pena, por lo que quise preguntarle el motivo de tanto sufrimiento. No obtuve ninguna respuesta. Pero Él miraba a aquellos sacerdotes hasta que, como cansado de hacerlo, retiró la vista y, con gran espanto mío, pude notar que dos lágrimas emanaron de su Santo Rostro. Se alejó de aquellos sacerdotes con expresión de gran disgusto y desprecio, llamándolos ¡Carniceros!

Cuántas veces mi ira deseó destruirlos por el relámpago, pero yo me detuve por los ángeles y las almas que me aman…

»Y vuelto hacia mí, dijo: “Hijo mío, no creas que mi agonía ha sido de tres horas, no; realmente yo estaré en la agonía hasta el fin del mundo; debido a las almas que yo amo. Durante el tiempo de la agonía, Hijo mío, nadie puede dormir. Mi alma va buscando algunas gotas de piedad humana, pero ellos me dejan solo bajo el peso de la indiferencia. La ingratitud de mis ministros hace más severa mí agonía. ¡Ellos responden mal a mi amor! Cuántas veces mi ira deseó destruirlos por el relámpago, pero yo me detuve por los ángeles y las almas que me aman….. Escribe a tu padre y nárrale lo que has visto y lo que yo te he dicho en esta Mañana».

El Padre Pío manifiesta a su confesor: «Esta aparición me causó mucho dolor en el cuerpo, y más todavía en el alma, que durante todo el día sentí una gran postración, y hubiera creído morirme si el dulcísimo Jesús no me hubiese sostenido». Y por escuchar aquellas duras palabras: «La ingratitud de mis ministros hace más severa mí agonía».

Para comprender mejor esta visión, aquí un vídeo que nos hará entender esta visión del Padre Pío.

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